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'Malamadre' planta a ZP

Una amarga metáfora cuya lectura deja lugar para pocas alegrías y menos esperanzas

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ALuis Tosar, cuando acababa de recoger su Goya al mejor actor por su interpretación del líder carcelario 'Malamadre', le preguntaron si pensaba acudir a la invitación del presidente del Gobierno a las once de la mañana del día siguiente. El gallego, con la naturalidad que le caracteriza, respondió que tenía mejores cosas que hacer. Y en efecto, Tosar no salió en la foto que el inquilino de la Moncloa se hizo pocas horas después con las figuras del cine español, y sin la presencia de algún otro de los intérpretes agraciados con los premios de la Academia.

El desaire tiene dos lecturas. Una, directa y más de andar por casa, es que los que le llevan la agenda al presidente y le programan las fotos no estuvieron demasiado finos. Convocar a Tosar a semejante hora, cuando el hombre tenía tanto que festejar durante la larga madrugada (no sólo su trofeo, sino también el de su pareja, Marta Etura), es de una torpeza insigne. La respuesta que tuvieron fue, pues, la que se habían buscado. Y es que quizá Zapatero necesitaba esa foto, pero Tosar no. Y el hombre hizo bien: dio prioridad a su legítima celebración personal, que no está mal que el que ostenta el poder descubra que los demás no son siempre lacayos dispuestos a acomodarse a sus deseos, cómo y cuando le convenga al gran hombre.

Pero hay otra lectura, mucho más simbólica, y también de más calado. Para empezar, no resulta baladí recordar quién es el que planta al presidente. Tosar, que encarnó a aquel parado cabreado de 'Los lunes al sol', fue también uno de esos actores que se distinguieron en el 'Nunca máis' y el 'No a la guerra', alimentando una ola de descontento ciudadano frente al aznarismo en la que, llegado el momento oportuno, ZP no tuvo más que surfear con buena cintura. Que ahora sea éste el actor que se desentiende tan olímpicamente de la cita presidencial cobra un significado nada desdeñable. Más aún, si se recuerda al personaje que acaba de reportarle el codiciado cabezón: 'Malamadre', ese destilado rotundo y ejemplar de la mala leche hispana. Un tipo que está hasta ahí mismo de todas las gaitas y de la cháchara hueca con que el sistema trata de entretener y/o neutralizar a los perdedores a los que pertenece por derecho propio. Un personaje que con su mezcla de rebeldía, rabia y desesperación, ha arrasado en las taquillas del país que ha acumulado en poco más de un año dos millones de nuevos parados. ¿Casualidad?

Visto así, el plantón de 'Malamadre' a ZP es algo más que una anécdota menor por culpa de un fallo organizativo; algo más que una descortesía que responde a una desconsideración. Su desprecio al mandatario se convierte en un síntoma, en una amarga metáfora cuya lectura deja lugar para pocas alegrías y menos esperanzas. Algo se ha roto, acaso para siempre.