El delantero portugués del Real Madrid celebra uno de los dos tantos anotados ayer en Chapín. :: juan carlos corchado
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Los pecados de Cristiano, a pares

Ronaldo mostró su efectividad en Chapín y volvió a hacer doblete ante los azulinos en un día para olvidar de Carlos Calvo Querido y odiado por igual, al portugués le bastaron cinco minutos para marcar la diferencia

JEREZ. Actualizado: Guardar
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Dos toque sutiles en menos de cinco minutos y partido resuelto. Cristiano Ronaldo desató ayer todas las pasiones posibles en Jerez. Primero, deseado, luego odio. Y para acabar, idolatrado. Así es el portugués que regresaba a los terrenos de juego después de la trastada del duelo ante el Málaga. El pecado realizado ante Mtiliga pasó factura, pero lo que nadie se imaginaba es que en esta ocasión la víctima iba a ser el Xerez. Lo hizo en el Santiago Bernabéu y lo repitió en Chapín.

Y eso que no comenzó nada bien el luso. Se colocó entre línea y cuando no se chocaba con Keita, lo hacía con Redondo o Casado. Más de diez balones desperdició un hombre que en la primera mitad estuvo en el punto de mira del aficionado local, pero que en la segunda hizo de las suyas y aburrió al personal. Por su parte, Carlos Calvo regresaba al escenario donde logró un doblete histórico en su carrera. El madrileño entró con ganas en el partido. Participativo al máximo, los primeros 45 minutos fueron una prolongación del duelo ante el Real Mallorca y en más de una ocasión dejó sentado al brasileño Marcelo, desubicado en defensa.

Pero un sueño dura poco y la realidad pudo ayer con la ilusión. Pellegrini cambió el sistema y Cristiano, el carácter. Ahora el portugués actuaba en punta de lanza y se notó la variante. En poco más de diez minutos el internacional luso remató en cuatro ocasiones y rompió el partido con dos goles. Antes de su gula personal, el 9 del Madrid cometió el pecado que más duele a la grada, la prepotencia. Taconazos y gambeteos que mataron a Chapín. Pero eso sí, 'CR9' es efectivo. Cuatro disparos y dos goles. Y mientras, Carlos Calvo que lo intentaba, pero la batalla ya parecía perdida. No acabó el partido y exhausto se marchó al banquillo. Las botas amarillas no trajeron suerte, aunque no a todos. Ronaldo no paró de pedirlas durante la semana y ayer llegaron con un doblete, que no esconde que el jugador del Madrid se pasó 45 minutos abandonando el fútbol.