Sociedad

«Seremos la alegría del geriátrico»

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La entrevista es un género complicado. La entrevista trifásica a un trío en la treintena es un reto trepidante del que sólo se sale airoso si el triunvirato perdona al encuestador/a. Y Carles Sans, Joan Gracia y Paco Mir -¡con todos ustedes, Tricicle!- se apiadan, o casi. Tres décadas juntos, siete joyas del humor gestual propias, incontables montajes teatrales ajenos, cine, televisión, cómic, publicidad, literatura, periodismo... gestados al alimón o en solitario, les han granjeado una imagen de creadores renacentistas, capaces de parir humoradas 24 horas al día. Intentamos averiguar si es así y quiénes son fuera de las tablas los tres gansos que ahora reponen en Madrid su último show, 'Garrick', dentro aún de la gira por su trigésimo aniversario, en 2009. Justo en el teatro de enfrente otros actores representan 'Spamalot', versión de El Tricicle de la obra de los 'Monty Python'. Es que no paran.

Pregunta para romper el hielo. ¿Y qué hacéis en el tiempo libre, si es que lo tenéis? «¿Qué pasa, quieres ligar o algo?, inquiere a su vez Paco Mir (Barcelona, 1957) en una imprevista asociación de ideas. Silencio. Señor, la primera en la frente. «Bueno, yo veo mucho cine, más que teatro, y soy de los que todavía va a las salas, no como otros que se descargan de todo y no señalo a nadie (mira a Paco)», sale al quite Joan Gracia (Poble Sec, 1957) . De verbo más fácil, Joan responde primero casi siempre, y ahí se intuye un reparto de roles pautado y bien engrasado a lo largo de tres décadas. «Y además soy padre (dos hijas) y eso ocupa bastante tiempo». «Yo no soy padre. Ya lo he descartado. Éstos han envejecido en dos días desde que son padres», replica Carles Sans (Badalona, 1955). «Al contrario, eso rejuvenece, cansa pero descubres la vida», se aviene Mir. Salvado el primer asalto.

Las tres 'ruedas' de Tricicle son amables y muy profesionales, algo serios de entrada. Catalanes. Hartos quizá de que todos esperen gracietas también fuera del escenario. Aun así, se adivina pronto la vena gamberra que luego explotan con maestría en sus obras. El fotógrafo lleva un pañuelo multicolor a la cintura y, mientras posan, silban una tonadilla. Es una guasa -«son como críos», ríe su representante-, música de 'castellers', que se avían con fajines similares cuando forman las torres humanas típicas de Cataluña. Da la impresión de que ellos funcionan así, con códigos propios de quienes llevan media vida juntos.

«Con los espectáculos de Tricicle es donde pasamos más tiempo juntos, y compartimos también otros trabajos, pero luego cada uno hace lo que quiere», precisa Joan. El secreto de una buena convivencia, dejar que corra el aire de vez en cuando. «Claro -añade-, una de las razones por las que llevamos 30 años es porque siendo Tricicle la mujer, tenemos algunas aventurillas fuera y eso nos desintoxica bastante».

Las aventuras 'extraconyugales' incluyen, además de todo el abanico de las artes escénicas, los dibujos y viñetas de Paco, formado en Bellas Artes; el diseño de vestuario «y bikinis» de Joan; o las colaboraciones de Carles en un diario de tirada nacional. Sans publicará en primavera 'Cita a dos' (Seix Barral), escrito junto a Anna Llauradó. Va sobre primeras citas y estrategias para ligar. «Yo aporto la mirada masculina», aclara por si acaso. La caza de pareja está fatal. ¿Ofrecen consejos? «Para ligar hay que mentir, dicen», afirma el coautor.

«El teatro también es mentira y sirve para ligar, al menos hace muchos años. Ahora estamos de capa caída», ríe Joan. No parece que se puedan quejar tampoco en ese capítulo. Los tres se han emparejado con mujeres de bandera. Y, hablando de amor, ¿cuándo supisteis que vuestro matrimonio artístico iba para largo?

«Yo diría que fue en el segundo espectáculo, 'Exit' (1984), cuando nos dimos cuenta de que gustábamos al público y de que habíamos adquirido una técnica única que hemos depurado estos años, que las críticas eran unánimes y que el público se reía de nuestro espectáculo al completo», apunta, de nuevo, Joan. «Pero yo creo -aporta Paco- que hemos trabajado tanto que no hemos tenido tiempo de pararnos a pensar. El tiempo pasa y llevas 15 años, luego 20, 30 y ahí seguimos». Dentro de nada, a por el récord de los Rolling Stones, a punto de cumplir medio siglo en la carretera.

«Sí, pero ellos trabajan menos», replica Carles. Ahora que el Gobierno baraja retrasar la edad de jubilación, y siempre con la venia del respetable, todo apunta a que hay Tricicle para rato. «Yo creo -avanza- que seremos la alegría del geriátrico. Siempre nos pedirán los domingos, a la hora del café, que hagamos el número de Julio Iglesias, con el taca-taca».

Lo que les hace torcer el gesto

Si la vejez y la enfermedad se mantienen a raya con el buen humor -y de eso va 'Garrick', del poder terapéutico de la risa-, los chavales de Tricicle tienen mucho ganado. A ellos recurren en busca de antídoto quienes huyen por unas horas de la crisis económica. «Está bien que la gente venga a vernos, o que vaya a otro teatro, porque quiere reírse a conciencia, aquí nadie se queja y eso es una cosa que no sucede muy a menudo», argumenta Paco Mir.

Y, crisis aparte, ¿qué les hace torcer el gesto a los ciudadanos Sans, Gracia y Mir? ¿La crispación política, los desastres humanitarios, la injusticia? «Tantas cosas... no quiero pecar de pesimista -dice el segundo-, pero es que teniendo el hombre la capacidad de mejorar, el mundo no va a mejor. Como dice Saramago, no hacemos nada para que las cosas cambien, estamos como sometidos. Esto me entristece más que me preocupa».

«El periódico lo leo todos los días, pero cada vez más rápido. Con lo de la gripe A nos preocupamos todos muchísimo... Lo de Haití, que es terrible, ya ha dejado de ser noticia... No sé quién decide cuándo la actualidad deja de ser noticia», apunta Carles. Le secunda Mir. «Cada vez tengo más escepticismo sobre lo que cuentan los medios y cómo nos lo cuentan. Hay que saber escoger y saber leer». Vaya, un palo al periodismo actual. Y ya puestos y para distender, ¿por dónde abren el periódico? Sans por su orden lógico. Gracia mira la portada y luego se sumerge en la lectura por las secciones de espectáculos y deportes. Mir, siempre peculiar, lo lee de adelante atrás «si estoy en casa. En los aviones o los bares, por la contraportada».

El tiempo se acaba y surge una duda. Nadie aguanta desavenencias durante 30 años, pero ¿qué pasa en caso de desacuerdo? ¿Quién de los tres tiene voto de calidad para el desempate? «No hacemos nada que no nos guste a los tres», contestan. El público espera fuera. Faltan minutos para alzar el telón. Ni ensayos ni nada. «Éstos se visten y listo», dice un técnico. Después de 30 años, está chupado.