primera entrevista tras el accidente

Campeona de la vida

María de Villota reaparece por primera vez desde su accidente, en el que perdió el ojo derecho: «Esta carrera la he ganado porque estoy viva»

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A los 13 años llevaba bocadillos y ayudaba a limpiar los coches en la escuela de pilotos que dirigía su padre. A los 16 ganó su primera carrera en karting con una camiseta debajo de un casco que le quedaba grande y un mono prestado. María de Villota ha aspirado el olor a gasolina desde niña. Y llevaba camino de cumplir todos sus sueños al volante hasta el pasado y fatídico 3 de julio. Aquel día, la primera mujer piloto de Fórmula 1 en España -la quinta en todo el mundo- probaba su MR-01 en el aeródromo de Duxford, cuya pista de despegue permite alcanzar velocidades superiores a 300 kilómetros por hora.

El test de aerodinámica terminó en tragedia. De Villota empotró su vehículo contra un camión de servicio estacionado junto a los boxes con su rampa extendida a 70 centímetros del suelo. Justo a la altura de la visera de su casco. La primera operación duró 17 horas: trece de reconstrucción facial y cuatro de rotura craneal. «El primer día que me miré en el espejo tenía 104 puntos en la cara, negros, que parecían cosidos con cuerda náutica, y había perdido el ojo derecho. Me quedé aterrada».

La hija de Emilio de Villota reaparece por primera vez desde el accidente en la revista "Hola". Con el pelo corto rubio platino y un coqueto parche en el ojo derecho, confiesa que su vida ya no va a toda pastilla. «Ahora que solo tengo un ojo quizá percibo más cosas que antes. Antes mi vida era una contrarreloj total, una lucha contra el crono. Ahora es cuando veo que hay que parar y medir las cosas de otra forma. Ya no son las décimas del crono, sino los pequeños momentos».

La docena de posados en la casa familiar de Somo (Cantabria) rebosan glamour y coraje. María de Villota cuenta que los primeros días en el hospital hablaba en inglés porque pensaba que estaba en una prueba y que la enfermera era una entrenadora. «Hasta que mi padre me dijo, "por favor, María, habla en español que mamá se está perdiendo la mitad"».

Sus padres y su novio, su mánager y los amigos son el sostén de una recuperación que todavía será larga. De Villota tiene que someterse a dos operaciones más, una para corregir un desplazamiento del cráneo y otra para reconstruir el globo ocular. Sabe que en Estados Unidos hay pilotos que han perdido el ojo y conservan la licencia, pero intuye que, a los 32 años, su futuro no irá a mil por hora. «Le digo a mi padre que si no hubiera perdido un ojo, ya estaría otra vez subida a un Fórmula 1. Por algo lo he perdido. Algo me espera en la vida, estoy segura. Y esta carrera la he ganado porque estoy viva».