Rosa Clará, con un sencillo vestido blanco, el día de su boda. / EFE
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La reina de las novias se casa

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La diseñadora Rosa Clará (Barcelona, 1959) lleva media vida rodeada de sus vestidos de novia. Conocida por poner de punta en blanco a una amplia nómina de famosas, pero a muchísimas más anónimas de todo el mundo, como máximo aspiraba a vestir a la chica que se convirtiese en su nuera. Desde luego, no pasaba por sus planes volver a dar un ‘sí, quiero’ tras su complicada separación. «¿Tú te volverías a casar? Pues ahí tienes la respuesta», le espetaba a una amiga divorciada cuando una tarde surgió el tema. Incluso prefería olvidar el traje con el que se había casado tras los múltiples quebraderos de cabeza que le dio su ex, con el que también mantenía en su momento una relación profesional que se trasladó a los juzgados.

Pero la catalana ha cambiado de opinión y dio la sorpresa anunciando hace unos meses a los más cercanos su compromiso. El empresario Josep Artigas ha sido el ‘culpable’ de que la diseñadora haya ido hoy blanca y radiante... por supuesto, de su firma. Todo para sellar una historia de amor que comenzó hace más de 30 años en el pequeño pueblecito de Calella de Palafrugell (Costa Brava) de apenas 800 habitantes durante esos idílicos veraneos de juventud. Pero no fue hasta hace unos años, cuando se reencontraron en el aeropuerto de Barcelona, cuando saltó la chispa que ahora los lleva a sus segundas nupcias, con el hijo de ella, Daniel, como padrino.

«Amable, superencantador y simpático» son algunos de los adjetivos que le colocan al novio. Aunque por encima de todo aparece el de «gentleman». De hecho, se comenta que el empresario le habría regalado a su hasta hoy prometida una espectacular mansión en Roca Llisa (Ibiza) valorada en cinco millones de euros. Y hasta todo apuntaba a que el ‘sí, quiero’ sería en la isla pitiusa, donde la diseñadora disfruta de los pocos días al año que se escapa de vacaciones. Finalmente todos los fastos se han trasladado a Barcelona, donde esta tarde los casó en el Ayuntamiento el alcalde, Xavier Trías, gran amigo de la pareja y que siempre que puede se sitúa en el ‘front row’ de los desfiles de la casa catalana. Allí ella mismo se ha diseñado un par de modelos, ya que es la que mejor se conoce y nadie como ella para vender su marca. Para la ceremonia ha lucido un vestido blanco sobrio, ya que odia todos los excesos... tanto en su vida diaria –para lo que suele optar por colores blancos y negros– como en las novias que viste. Odia que en ese día las chicas se disfracen.

Para la fiesta que tuvo lugar en el Gran Hotel La Florida, junto al Tibidabo, se enfundó en un vestido de manga larga. Allí la esperaban doscientos invitados –includa también Carlota, la hija de su ya marido– con una cena ideada por su amigo Nandu Jubany, quien cuenta con una estrella Michelin. Para la ocasión el chef de Can Jubany ha ideado un menú basado en crujiente de morro, air baguettes de panceta ibérica, zanahorias y remolacha ‘babys’ con mayonesa de hierbas, mojito nitro, globos de gorgonzola o tartar de gambas.

Un día en el que Rosa Clará se ha saltado la dieta «perpetua» a la que está sometida para conservar su envidiable figura. Porque ha hecho regímenes de todo tipo y los lleva a rajatable. Como mucho se da como un capricho de tomarse una paella en verano o un plato de pasta que tanto le pirra. Pero poco más. Esa misma disciplina muestra en los negocios, donde, además, es una maniática de la perfección y el orden. En menos de dos décadas –tras desvincularse de Pronovias– ha levantado todo un emporio que casi estuvo a punto de morir de éxito en los inicios a causa de la avalancha de pedidos que les llegaron. Su éxito: «Hemos conseguido no perder la tradición pero dando a los vestidos un toque moderno y actual», desvela Clará.

Desde entonces no han parado de crecer. Ni siquiera la crisis les ha frenado en su expansión. En gran parte gracias a las famosas, sus mejores campañas de publicidad, de las que no reniega. Páginas y minutos en los medios de comunicación que sabe que valen su peso en oro. Comenzó con Paula Echevarría y los dos diseños para su boda con Bustamante y le siguieron Paulina Rubio (que se puso hasta tres vestidos en su enlace), Carme Chacón, Lorena Bernal, Carla Goyanes, Marisa Jara, Sheila Dúrcal... Incluso la hija del presidente mexicano Fox, lo que le abrió una puerta a Latinoamérica. Una lista que se amplia sin parar y de la que ella misma ya forma parte. Sin olvidar las ‘top’ que han desfilado para ella con sus diseños, incluido el modelo andrógino Andrej Pejic. ¡Y hasta lo intentó con la mismísima Pippa Midleton!

Sin embargo, Rosa Clará pasa por ser muy celosa de su intimidad. Poco se conoce de esta estudiante de Derecho que no llegó a terminar la carrera y a la que le apasionan los cuadros de Joan Miró y el vestido de novia que le marcó fue el de Carolyn Bessette, mujer de John John Kennedy. Nunca ha enseñado su casa o su armario. No hace nada que no tenga que ver directamente con su empresa, de ahí que haya aparecido con su novio apenas un par de veces en algún photocall. Eso sí, se recrea hablando de un emporio que a atesora más de 150 tiendas propias –la última abierta hace unas semanas en Miami– y cuyos diseños están en más de 3.000 tiendas multimarcas del mundo. Así es normal que su nombre nunca falte en los ránkings de las mujeres españolas más influyentes. Y es que su empresa factura 70 millones de euros al año, con 160 nóminas directas aunque dan trabajo a más de 8.000 personas de forma indirecta.

Y ya no solo es la ‘reina de la moda nupcial’. Ha ampliado su negocio a joyas, comuniones, ropa de hogar, zapatos y, por supuesto, los trajes de fiesta de los que una de sus grandes embajadoras ha sido Tamara Falcó, a la que, por supuesto, también ha vestido de novia... pero solo para reportajes. «Hemos capeado la crisis de este país diversificando el producto al máximo y abriéndolo todo lo que podamos a nivel internacional. En la ciudad donde haya que estar, allí iremos», ha comentado en alguna ocasión. Sin olvidar las asociaciones que ha hecho con los principales diseñadores internacionales para sus colecciones, como Christian Lacroix e incluso Kart Lagerfeld. Aunque hoy para su vida no habrá otra firma que la suya... y la de su marido en su gran día. Un futuro que espera que también sea blanco y radiante.