ELECCIONES LEGISLATIVAS

Auge del nacionalismo nipón

La victoria de la derecha japonesa en los comicios confirma un cambio de ánimo del país tras los conflictos territoriales con China

MADRID Actualizado: Guardar
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El augurio de muchos observadores políticos en medio mundo de que la conducta china en el Mar Amarillo y la polémica sobre jurisdicción territorial y marítima en las islas Senkaku daría la victoria a la derecha japonesa no solo se ha cumplido con su triunfo en la elección legislativa de hoy, sino que traduce un cambio del ánimo nacional que rezuma nacionalismo, una pizca de revanchismo y la eventual vuelta al escondido orgullo nacional.

La elección no solo ha dado la victoria al gran partido conservador (pero liberal) “Partido Liberal Demócrata”, que ha forjado el Japón de la posguerra en un alarde de pragmatismo, sabiduría y sentido de la responsabilidad: solo la alianza con su vencedor, los Estados Unidos, podrían garantizar su seguridad, su viabilidad como lo que no era ni había querido ser nunca: una democracia parlamentaria.

La monarquía imperial fue conservada, pero desacralizada por los vencedores en la Constitución de 1947. Bajo la inspiración vengativa del general McArthur se tomaron la revancha política de Pearl Harbor imponiendo el nuevo orden democrático y liberal en un nuevo país donde los súbditos fueron convertidos en ciudadanos. Sería una exageración inadecuada decir que todo esto está en peligro desde hoy, pero tan trivial sería ver la elección como un cambio rutinario de mayoría parlamentaria.

El valor oficioso de un referéndum

El lento, pero finalmente muy visible, cambio de humor del público empezó con la gestión del desastre de Fukushima sobrevenido con el trágico maremoto en marzo del año pasado, pero ya entonces la persistencia de la atonía económica y la falta de un genuino liderazgo político en el “Partido Democrático” en la persona del primer ministro saliente, Yoshihiko Noda – que ya ha dimitido – acompañaban la caída de popularidad del gobierno con una sensación de desconcierto y un conato de crisis del modelo.

El candidato del PLD, Shenzo Abe, se percató de la situación e impuso en el partido un tono abiertamente nacionalista, desinhibido en asuntos nucleares y militares, listo para enfrentarse a enemigos reales o potenciales. Es seguro que hubo ciertos gestos y algunos mensajes directamente destinados a halagar los oídos del viejo nacionalismo dormido, es decir, en procura de votos, pero también que algo profundo está cambiando.

Probablemente Abe, quien cuando fue un año jefe de gobierno se las ingenió para mantener una relación estable y moderada con China, no va a encabezar un ejecutivo belicista, pero, con todo y eso, y a la espera de la autorizadísima opinión norteamericana al respecto, lo sucedido en el país tiene el valor paralelo y oficioso de un referéndum: el público espera gestos patrióticos, autonomía diplomática, desinhibición militar y gasto público a tope para relanzar la economía.

Potencia industrial, ¿potencia militar?

El PLD va a tener un testigo de cargo a su derecha: el hasta hace poco inexistente “Partido de la Restauración de Japón”, abiertamente ultra, defensor del rearme nuclear y anti-chino de cuota, ha obtenido 51 escaños y por un momento pareció que sería el segundo del país. Entre sus animadores está el aguafiestas y ultra Shintaro Ishihara, un ex-gobernador de Tokyo, crudamente ultranacionalista y que ha sido la estrella de la formación.

Naturalmente, Abe no llega a esos extremos, pero está en la corriente considerablemente popular que rehúsa aceptar las acusaciones chinas y coreanas (de las dos Coreas) sobre el comportamiento salvaje del ejército imperial nipón durante la ocupación en la II Guerra Mundial. En los dos países se percibe al Japón como el enemigo de hecho y la República Popular China, en concreto, no ha vacilado, imprudentemente, en hacer reiterados gestos en torno al archipiélago de las Sensaku (Diaoyu para los chinos) cuya soberanía se disputan las partes.

La verdad es que sus potenciales adversarios le han hecho la campaña a la ultraderecha: un avión militar chino entró en el espacio aéreo de las Sensaku hace una semana y Corea del Norte lanzó el jueves un cohete de largo alcance que confirmó su capacidad balística. ¿Considerará el nuevo gobierno, con su gran respaldo y control de las cámaras, cambiar la Constitución y dotar a su ejército de armas atómicas?

Eso es correr mucho, pero para Japón sería técnicamente fácil: gran potencia nuclear civil, enriquece uranio y es una superpotencia industrial. Debería abandonar el TNP (lo que instaría a Corea del Sur, un caso idéntico en lo industrial como en lo atómico) a hacer lo propio y se crearía, sencillamente, otro escenario en el Pacífico. Eso es mucho decir y, sobre todo, es asumir que los Estados Unidos lo aceptarían sin más…