David Giner, tras sufrir un infarto en 2007. / Archivo
TRIBUNALES

El infarto del cabo Giner fue «imprevisible»

El Supremo absuelve a un coronel acusado de no asistir a un subordinado que se quedó en coma tras un entrenamiento

MADRID Actualizado: Guardar
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El Tribunal Supremo confirmó este viernes la absolución del teniente coronel Esteban Quilez, acusado de una negligencia médica que afectó al cabo David Giner, en coma vegetativo desde septiembre de 2007 tras sufrir un infarto después de realizar unas pruebas físicas en un cuartel de Madrid.

La Sala de lo Militar del alto tribunal consideró, por tres votos a dos, que el oficial superior obró “correctamente” y definió de “imprevisible” el fallo cardiaco que sufrió el cabo Giner cuando volvía a su casa en coche tras sentirse indispuesto. El coronel Quilez ya fue absuelto en primera instancia por un tribunal militar, pese a que la Fiscalía pedía un año y medio de prisión.

David, cabo del Batallón de Infantería Inmemorial del Rey, en Pozuelo de Alarcón, Madrid, fue declarado “apto” en los reconocimientos médicos obligatorios previos a las pruebas físicas. Se trataba de una carrera de resistencia que superó, pero al concluir sufrió un dolor en el pecho y acudió a la ambulancia donde se encontraba su superior.

El vehículo no estaba medicalizado ni tenía desfibrilador. El coronel Quilez argumentó en la vista oral que el cabo no presentaba ningún síntoma alarmante. «La patología que presentaba David no era de un infarto y el enfermero que iba en la ambulancia comparte la misma opinión», defendió. Incluso llegó a manifestar que el joven le dijo que ya estaba mejor y que le pidió marcharse a casa.

«Iba encorvado, con la mano en el pecho»

Sin embargo, la cascada de testigos que pasaron por el juicio, celebrado en febrero pasado, ofrecieron una versión diferente. Muchos de ellos eran compañeros de Giner y se encontraban con él tras acabar la carrera de mil metros. «Hablé con él. No me respondió. Estaba muy pálido. Entonces se dirigió a la ambulancia en la que se encontraba el teniente coronel. Iba encorvado, con una mano en el pecho», aseguró el soldado Jefferson Lucero. «No vi que le hicieran ninguna exploración y después me dijeron que se había ido a casa», confirmó el cabo Pablo Crespo.

Después del accidente Giner fue ingresado en la UCI del Hospital Gómez Ulla de Madrid. Tras conocer la noticia, su madre viajó desde Valencia para estar con su hijo. Le llegaron a decir que había sufrido un trastorno digestivo. Pero la realidad era otra.

Dos meses más tarde trasladaron al cabo a un centro especializado de Alcoy, en Alicante, donde se encuentra desde entonces. Sufre un 98% de minusvalía y necesita cinco personas para atenderle todos los días. Le ha quedado la máxima paga por lesión en acto de servicio, unos 2.400 euros al mes, un dinero insuficiente porque requiere atención permanente.

Los abogados de la familia que ejercieron la acusación particular solicitaron dos años de prisión para el teniente coronel, su inhabilitación y una indemnización acorde con el perjuicio causado. Por su parte, la defensa reclamó la libre absolución del acusado con el argumento de que el caso se había archivado en dos ocasiones porque la decisión de irse a casa la tomó David. Tras la sentencia del Supremo la familia deberá de pagar las costas del juicio.