la otra historia

La otra revolución rusa

En 1905 la brutal represión de las autoridades zaristas provocaron una oleada de protestas que serían el germen del triunfo bolchevique años después

MADRID Actualizado: Guardar
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Cientos de personas se aproximan al Palacio de Invierno en San Petersburgo. Protestan ante la residencia del zar Nicolás II. Exigen mejorar las condiciones de vida. Los cosacos se interponen en su camino. A una orden de su superior, estas tropas de élite cargan contra los manifestantes con suma virulencia. Los muertos se cuentan por centenares, mientras los heridos tratan de huir de la masacre. Esta dramática represión provocó una oleada de protestas por todo el país durante casi un año. No fue la triunfante revolución bolchevique de 1917, sino la sangrienta de 1905.

A principios del siglo XX Rusia vivía en un régimen casi feudal, con un sistema político basado en el absolutismo del zar. A las pésimas condiciones de trabajo de los obreros en las fábricas, las hambrunas de los campesinos agravadas por la nula introducción de herramientas mecánicas, se unió la guerra. Y es que en febrero de 1904 Rusia y Japón entraron en conflicto al chocar sus intereses en la península de Corea.

Esta contienda puso de relieve el retraso tecnológico de las armas rusas en contraste con el proceso de modernización llevado a cabo por el renovado imperio japonés. Además de sufrir humillantes derrotas, las bajas entre la soldadesca rusa fue elevadísimo. Por tanto, el malestar en las filas castrenses era muy acusado en los momentos previos a las jornadas de protesta. Algo que las autoridades conocían y temían.

En este contexto, el 22 de enero de 1905 miles de ciudadanos se congregaron frente al Palacio de Invierno en San Petersburgo con la intención de entregar a Nicolás II una misiva con reivindicaciones laborales. Sin embargo, el zar no se encontraba en su residencia, sino fuera de la ciudad. Esto no fue óbice para que los soldados entraran en acción disparando contra la multitud y causando más de 200 muertos y 800 heridos, entre ellos mujeres y niños, según algunas fuentes. Esta represión brutal conocida como 'domingo sangriento' indignó a la población y desató una ola de protestas contra el zar sin precedentes.

Potemkin

Una de las rebeliones más significativas se produjo en el acorazado Potemkin. La tripulación se sublevó el 14 de junio y se unió a las protestas en la ciudad de Odesa, donde no dudó en usar sus cañones contra las tropas fieles al régimen. Esta escaramuza quedó inmortalizada en la magnífica película de Eisenstein.

Para tratar de sofocar las protestas el zar se vio obligado a crear la Duma (Parlamento Estatal), aunque con poderes muy limitados. Este movimiento le permitió a Nicolás II mantenerse en el poder durante doce años más.