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Detrás de Pekín

Los Juegos Paralímpicos de Londres sorprenden con una asistencia inesperada aunque los deportistas veteranos valoran la organización por debajo de los anteriores

LONDRES Actualizado: Guardar
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Durante dos semanas en Londres ha sido imposible no saber que se estaban disputando los Juegos Paralímpicos. El color identificativo, los numerosos voluntarios informando a voz en grito en cada punto clave de la ciudad, los numerosos soldados en las instalaciones o el infrecuente buen funcionamiento de los medios de transporte de la capital británica revelaron el esfuerzo y dedicación de la organización al tiempo que contagiaron el ambiente olímpico por toda la metrópoli.

Sin embargo, el listón estaba muy alto. “Siempre intentan mejorar los Juegos anteriores pero es muy difícil estar por encima de los de Pekín. Allí disfruté mucho, porque el voluntariado fue espectacular, pero aquí escasea y no es lo mismo que en 2008 porque allí solo mirabas y ya tenías cuatro chinos alrededor para ayudarte”, señala Carlos Suárez, presente en varios Juegos como representante español de esgrima. También la 'haltera' Loida Zabala señala las virtudes británicas aunque añora de los anteriores “los increíbles jardines de la villa”. “Es muy difícil superar a Pekín. El trabajo de los voluntarios era allí impresionante”, reafirma Miguel Rodríguez, jugador de tenis de mesa. Tampoco las obligaciones 'cuadriculadas' de los isleños pasaron desapercibidas para los hospedados en la residencia paralímpica.

Evidentemente, la percepción cambia para los novatos. “Los veteranos no tienen tanta euforia como yo porque me dicen que la primera es la más bonita y te queda en el recuerdo por la mezcla de emociones”, señala la lanzadora Ruth Aguilar. “Son mis primeras 'Paraolimpidas' y los primeros días estaba esperando caerme de la cama. Primero por el ambiente, luego porque al salir se hacía fotos con nosotros ¿Qué es esto? Es ideal”, se reconforta el técnico de boccia César Carcamo. “Te miras y sonríes aunque no sepas hablar su idioma. Es como una pequeña ciudad, casi casi como una convivencia utópica donde parece que todo el mundo es feliz. Estás aquí porque haces algo que te gusta, te encuentras con gente en la misma situación y te vas relacionado. Lo asombroso es que somos 4000 y convives como si te conocieras de toda la vida”, le explica su compañero Miguél Ángel López, con varios Juegos en su historial.

En cuanto a la visión del público, la promoción en los medios de comunicación británicos volcados con el evento derivó en una inesperada respuesta de los aficionados. Se vendieron 200.000 entradas más de las calculadas por los organizadores y se sembró una semilla de ilusión entre los jóvenes que debería germinar en futuros deportistas. Los precios inferiores a 20 libras en los billetes más baratos (un tercio de las puestas a la venta) y la masiva respuesta de espectadores discapacitados establecieron un nuevo récord de recaudación en el evento (más de 10 millones de libras). Además, las páginas de los diarios de Londres y de buena parte de Gran Bretaña se inundaron de contenidos sobre los éxitos de los deportistas locales con sus correspondientes historias de superación. Desde Channel 4 (cadena propietaria de los derechos de retransmisión) hasta la BBC se centraron en la promoción de unos Juegos Paralímpicos que según sus sondeos con un ambiente alabado por todos los deportistas.

'Team GB'

Capítulo aparte merece la experiencia cuando la competición contaba con un deportista local. “Basta con estar cerca de una instalación para saber que un británico compite por una medalla. Se viene el estadio abajo”, explica el tirador Carlos Soler. “Buff ¡Claro que se oye debajo del agua! Pero lo mejor es seguir concentrada porque si no se te va la olla”, describe la nadadora Isabel Yinghua. Incluso en aquellos deportes en los que el silencio es obligatorio hay tiempo para palpar el ambiente del conocido como 'Team GB' (Equipo de Gran Bretaña). “La gente no puede evitar el ¡uy! y el gol”, cuenta Álvaro García, guardameta de fútbol a 5. “Se percibe cuando calentamos, durante la presentación y en los cambios. Luego no se nota hasta que cantan gol, pero a mí me motiva”, le secunda Antonio Martín Gaitán, el Niño, deportista con deficiencia visual que anotó un penalti contra el equipo local el primer día.

Detrás del 'orgulllo de ser británico' desatado en los últimos días se sucede un gran respeto por los otros competidores. En el estadio olímpico ningún deportista se quedó sin una sincera ovación de los 80.000 espectadores que poblaron las gradas casi cada día. Solo cuando el brasileño Oliveira derrotó a Óscar Pistoriuis en la final de 200 metros se percibió una sensación de que los británicos se habían desilusionado porque el invitado ilustre no había podido cumplir el programa. Después el sudafricano, auténtica estrella de los Juegos, conquistó dos oros por delante del sudamericano en uno de los duelos estelares y polémicos de los Juegos. Tampoco la multiplicación de finales y sus correspondientes entrega de medallas restaron respeto a los himnos que se ordenaron “escuchar en pie por todos los que pudieran”, después de la omnipresente presencia de la música británica en cada resquicio posible de las competiciones.

Los españoles también recibieron el reconocimiento local. David Casinos saboreó su mejor lanzamiento gracias a las exclamaciones de asombro del público y todos los deportistas que abandonaron la villa se encontraron con aficionados ávidos de recuerdos. “Comentaba con un compañero que es como estar en un concierto de U2 y me decía 'Sí, pero en el concierto les miran a ellos y aquí te miran a ti'. Es verdad, aquí te paran, te hacen fotos y les haces felices dándoles un pin de España. Les ves como les cambia la cara”, reconoce Ruth Aguilar.

Sin embargo, en Gran Bretaña los Juegos se cerrarán con una recepción oficial a los miembros destacados de los Juegos Olímpicos y los Paralímpicos, una simbiosis igualitaria impulsada por los británicos que según varios deportistas solo se certificará cuando ambas competiciones se fusionen en tiempo y espacio.