LA CACHARRERÍA 2.0

El 'eBook' español busca nuevos capítulos

La llegada del Kindle y la incorporación de Amazon al mercado nacional es percibida de forma positiva por un sector del libro digital que supone poco más del 2% de las ventas

MADRID Actualizado: Guardar
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“Hay dificultades para vender Kindle en España”. Lo confesaba entre bambalinas Grege Greeley, vicepresidente de Amazon para Europa, minutos después del gran circo que la compañía montó en Madrid para anunciar la puesta en marcha de su filial con apellido ‘puntoes'. De estas palabras, más allá de perspectivas y objetivos propios de los fueros internos del gigante de la venta por Internet, se destila un breve análisis extensible al sector de los libros digitales, en cuya orografía confluyen de forma desordenada diferentes intereses sin que todavía haya arrancar adeptos a la 'cultura del papel'.

Sin embargo, la compañía se ha presentado en sociedad sin su producto estrella, el lector Kindle y los pronósticos de los mentideros digitales apuntan a que estará disponible antes de final de año. Una dilación que podría responder a criterios estratégicos para hacer coincidir el lanzamiento con el almanaque de la campaña navideña. “Si llega con un precio asequible, es más que probable que la gente se lance a comprarlo”, asegura Antonio María Ávila –director de la Federación de Gremios de Editores Española (FGEE)- quien “más allá de marcas y empresas concretas” ve que el alto precio de los lectores de libros digitales ha lastrado bastante el crecimiento de las ventas puesto que “no son asequibles” para el consumidor medio español, que todavía “no está habituado” a esta tecnología.

“Se ha dicho durante las últimas cuatro navidades que iba a ser el regalo estrella y no ha sucedido. Si no se venden esos dispositivos, no se consumen libros. Eso se refleja que a pesar de que se han duplicado los títulos ofertados, la facturación solo se han incrementado en un 37%”, agrega.

Las ventas de ‘eBooks’ apenas han conseguido despegarse unos pocos metros del suelo. Han alzado un vuelo de forma tímida, hasta suponer el 2,67% de las ventas de libros en 2010, cifras no tan lejanas a las de Estados Unidos en ese mismo periodo (rondaban el 5%). Sin embargo, en enero de este año esta última cifra se multiplicó hasta alcanzar el 12,1%, tal y como se indicó en el ‘I Simposio Mundial del Libro Electrónico’. “Si nos comparamos con Europa, no estamos tan mal”, matiza Ávila.

El precio, caballo de batalla

Uno de los grandes caballos de batalla en este sector es el precio de los títulos en formato digital. Dependiendo la obra, hay algunos casos en los que la diferencia en el coste casi no se aprecia. Es insignificante. Una consecuencia – en palabras del director de la FGEE- que se deriva de una “fiscalidad discriminatoria” hacia este producto: “La gente no entiende que si compra la Celestina para un lector electrónico ello tenga un 18% de IVA y en papel solo un 4%”. Además, Antonio María Ávila pide una mayor cooperación entre los distintos protagonistas del mercado: “Es necesario que también los fabricantes de dispositivos se involucren la lucha por rebajar este impuesto, ya que supone un beneficio para todos”.

Preguntado por los futuros modelos de negocio que se podrían adoptar, Ávila resume que Internet es un buen ecosistema donde desarrollar “decenas de tarifas diferentes a las actuales”, que van desde las más tradicionales hasta los experimentos que empresas como Apple, Google –cuyo proyecto perdió oxigeno debido a una refriega judicial- o Amazon están planificando en Estados Unidos.

Esta última convocó recientemente un cónclave con sus editores asociados con el fin de tantear la posibilidad de aplicar el patrón de éxito de Netflix con las películas y series en Internet a su negocio de ‘ebooks’.

“La Red se presta a ello. Ha pasado con la música, ha pasado con las películas…por qué no vamos aplicar esos modelos de pago a nuestro sector”, se pregunta Arantza Larrauri, directora general de Libranda, una plataforma española de venta de libros por Internet. “Hay que estudiar los modelos de alquiler unitario y modelos de suscripción, y con cifras en la mano, valorar si hay una masa de consumidores suficientes como para sostenerlo”, argumenta.

Satisfacer a los autores

Sin embargo, Larrauri sitúa en el epicentro de estas formas de explotación a los autores, ya que son el origen de contenidos, “los que crean valor” deben sentirse “cómodos” con lo que se proponga. “Si no están satisfechos, lo rechazarán y no se podrá sostener si no aportan su contenido”, admite haciendo referencia a la ‘espantada’ que algunos autores, especialmente del género ‘heavy’, han protagonizado en Spotify al retirar sus canciones.

Para ella, la posible llegada de productos con recorrido en otros mercados, como el caso del Kindle, “es muy positivo” porque puede acercar la lectura digital ayudando a “detectar sus ventajas”. “Es una manera de dinamizar. Tienen que conocer que este formato tiene sus puntos fuertes. Pero eso pasa siempre que entra una gran empresa, con un dispositivo propio”, puntualiza a la par que augura un buen crecimiento para el sector a lo largo de 2012, aunque al igual que Ángel María Ávila, señala que “los impuestos” pueden lastrar este avance. “Es clave que hay más conocimiento. Hay muchas personas que se muestran muy sorprendidas cuando prueban la tecnología, cuando nunca antes se habían preocupado por ella”.

Ante el empuje de las tabletas, muchas voces han sentenciado que los lectores electrónicos han perdido, en parte, el sentido de su existencia. “Es un debate bastante recurrente. Al contrario de los que dicen algunos creo que la tinta electrónica no está muerta. La tendencia avanza a integrarla y promoverla”, justifica Larrauri, que espera que aparezcan dispositivos con dos pantallas, una –de LCD- destinada a la “navegación web o la lectura de noticias” y otra –de tinta electrónica- pensada para una lectura más reposada.