literatura

Larsson, un demócrata que rastreó el ADN de la intolerancia

'La voz y la furia' reúne textos que publicó en 'Expo', la revista que el autor de 'Millennium' convirtió en un bastión contra los neonazis

MADRID Actualizado: Guardar
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Antes que un novelista de éxito global Stieg Larsson (1954-2004) fue un periodista, un demócrata muy comprometido en el combate contra la intolerancia y la xenofobia que alimentaban los grupos de ultraderecha y neonazis suecos. Desde su trinchera en la revista 'Expo', Larsson rastreó durante años el ADN de una intolerancia que se extiende hoy por toda Europa. Combatió los abusos y excesos de estos extremistas en unos artículos que ahora publican en España bajo el título 'La voz y la furia' (Destino). Larsson no podía entonces ni soñar con el éxito de su saga 'Millennium', por más que planeara escribir una serie de diez novelas, según explica Daniel Poohl, su sucesor al frente de la revista y encargado de seleccionar y prologar unos textos en los que se rescata al primer Larsson, "un activista y demócrata con mayúsculas" que buscó la "raíz del odio en sus propios nidos".

Recupera al Larsson que lucha contra la intolerancia, la homofobia, el odio al islam, el antisemitismo, los abusos de los inmigrantes y la discriminación de las mujeres. Un activo periodista que no llegaría a conocer su triunfo como narrador.

Aunque el creador de Lisbeth Salander siempre presumía del éxito que tendrían sus ficciones, aquel "combatiente del odio" jamás alcanzó a imaginar la repercusión que tendría como novelista. Murió de un infarto con solo 50 años y antes de ver publicado el primero de los tres volúmenes de la serie que entregó al editor días antes de su muerte. Lo convirtió en un superventas mundial que ha generado una fortuna que hoy se disputan su padre y su pareja, Eva Gabrielsson, con quien convivió sin casarse durante tres décadas".

"Stieg era primero un activista y un demócrata y luego un periodista" asegura Poohl, que ha escudriñado en los archivos de la primera década de 'Expo' para rescatar las crónicas, editoriales, reportajes y cartas de Larsson. Reconstruye el puzle que nos permite saber qué pensaba Larsson sobre la "preocupante evolución política del país" mediante 25 artículos entre los centenares que Larsson publicó a lo largo de su intensa trayectoria periodística.

Una ejecutoria marcada por la denuncia de los abusos los movimientos radicales que atentan contra la democracia, los inmigrantes o la igualdad de género. Unos textos que se habían publicado en Suecia bajo el título de 'Al otro lado de Stieg Larsson'.

'Payasos' con escaño

Stieg Larsson comenzó a indagar sobre la extrema derecha en los años setenta. Cuando a mediados de los noventa fundó 'Expo', el auge de los neonazis era su interés primordial. Unos ultraderechistas tenidos entonces por 'payasos' de la política que el año pasado entraron en el parlamento sueco de la mano del partido 'Sverigedemokraterna'.

José María Calleja, periodista y presentador de los textos de Larsson en la residencia del embajador de Suecia en España, planteaba a Poohl la pregunta clave ¿Cómo la intolerancia pudo germinar y crecer en un país como Suecia, cima del bienestar, paradigma de la libertad y la tolerancia, de la educación igualitaria y lo derechos sociales?

"Es la pregunta del millón" contesta Poohl, que solo puede constatar y lamentar como en su país "se alimenta una política del odio que funciona" y que tiene a los musulmanes en su epicentro. Se ha visto de nuevo con claridad en las últimas elecciones y lo confirman los datos que maneja. "Entre el 5 y el 10% de la población sueca no quiere a las minorías, a los que se salen de la norma, y un 17% de los jóvenes suecos duda del Holocausto" asegura. Una exclusión y un racismo que se dan sin distinción "entre ricos, pobres, parados, empleados y gentes con y sin formación" y que además "se está instalado en Europa". Tanto que cree Poohl que ese ADN del odio que Stieg Larsson rastreó entre sus compatriotas "está quizá en toda Europa".

"Dejamos de ver a las personas como tales para categorizarlas en colectivos" lamenta Poohl. "Lo único que algunos son capaces de ver en un hombre o una mujer es si es musulmán y ahí está la raíz del problema, cuando la sociedad solo sabe destacar las diferencias".

Riguroso, estresado y 'tecnofriqui'

Poohl trabajó codo con codo con Larsson en la diminuta redacción de 'Expo' en Estocolmo. Lo recuerda ahora como alguien "muy amistoso, divertido y excelente contador de historias" pero a quien le superaba el día a día. "No olvidemos que era el jefe y no podía permitirse solo estar pendiente de sus escritos. A menudo estaba muy estresado porque tenía que ocuparse de todo tipo de asuntos, de problemas administrativos o de que no faltara el café en la próxima reunión".

No era, ni mucho menos, un inconsciente. Sabía bien los riesgos que corría. "Aún así, nunca dejó de escribir lo que quería. Elegía muy bien en qué batalla se embarcaba, siempre en defensa de los marginados. Era muy riguroso. Escribía con la verdad y siempre contrastaba todo. Tanto, que los grupos de extrema derecha sobre los que escribía denostaban sus artículos, pero reconocían que todo cuanto decís era cierto", rememora Poohl.

"Era un friqui de los Mac i y aborrecía los PC", recuerda más distendido un Poohl que está seguro de que se haber seguir vivo "hoy sería un loco del iPad i el iPhone y de todos esos cacharros electrónicos".