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Una mala tarde para Contador

Se retrasó la salida de la Vuelta a Castilla y León hasta que presentó su licencia y debió cambiar de bicicleta tras pinchar dos veces

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Los abogados y la burocracia han pasado a ser algo tan cotidiano en la vida de Alberto Contador como lo era para Josef K. en 'El proceso'. La diferencia para el ciclista es que cuando monta en bicicleta trata de espantar esa nube de recursos, comparecencias y presentaciones de pruebas que orbitan alrededor su cabeza. Pero su empeño choca a veces con la realidad de la burocracia y los funcionarios puntillosos.

El nuevo embrollo con el papeleo sobrevino antes de comenzar la Vuelta a Castilla y León, prueba clave en su preparación para el Giro de Italia. La comisaria portuguesa, Isabel María Franco pidió a su equipo las licencias de Alberto Contador, Jesús Hernández y Benjamín Noval un día antes de dar la salida en las calles de Medina de Rioseco. El equipo presentó la fotocopia a la representante de la UCI, pero esta reclamó de nuevo el original si Contador quería participar.

Contra reloj y con el correspondiente enredo se tramitó la llegada del permiso primigenio, pero con un plazo tan apretado que la organización retrasó la salida hasta la llegada del papel viajero para garantizar la asistencia de la estrella mediática.

Como Josef K. el madrileño esperó con la mezcla de paciencia y cansancio de los que aguardan en la sala de espera la resolución positiva de un trámite. Probablemente prefirió hacer tiempo sin leer en 'Le Monde' la crítica de la ministra francesa de Deportes, Chantal Jouanno, al presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, por apoyar a un ciclista con restos de "una sustancia totalmente prohibida, sea cual sea el nivel de concentración" en su análisis.

La bicicleta también se rebela

Finalmente, la UCI autorizó la salida con una llamada telefónica y Contador salió con el resto de competidores. Puede ser que por la precipitación, los deseos de acabar cuanto antes o la incontrolable providencia se encontró con dos nuevos tropezones en las tierras de campos: pinchó en dos ocasiones y cambió de bicicleta convencido de que no era el día elegido para enfrentarse al destino. Al menos la organización había evitado los escalofríos de rodar por las carreteras de Antigüedad, zona maldita en la que se quebró la clavícula de Lance Armstrong en 2008.

Tras los correspondientes sobresaltos y la ayuda de sus compañeros cerró la etapa con el pelotón principal en el que Fran Ventoso ganó al sprint su quinta etapa de la temporada. Allí cruzó la meta Contador con el rostro de alivio y resignación del que ha pasado una mala tarde pero presume peores días. Porque al señor K.

le martillearon los juzgados con dosis breves y continuadas en las páginas de Kafka, mientras que el pinteño cuenta los días para el que espera que sea su último y anhelado juicio. Vivirá la redención o el castigo final. De momento, ambas historias permanecen inacabadas.