URBANISMO

Pabellón Portillo: nueve años para ir de un gran centro social a una sala de barrio

El proyecto anunciado en 2007, el derribo de 2008 y casi una década de parálisis acaban con la brusca reducción del proyecto que esperaban los vecinos

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Nueve años de nada, compartidos, en proporciones desiguales, entre dos gobiernos municipales. Un solar en común, el del viejo Pabellón Fernando Portillo que fuera lugar de encuentro de miles de gaditanos durante más de 30 años. Había quedado obsoleto y había que rehacerlo. Un proyecto que se anunció a lo grande, como se pregonan todos, en 2007. Unos meses después, en junio de 2008, el pabellón polideportivo Fernando Portillo cerraba sus puertas antes de caer derribado, ya en octubre, por las excavadoras y las bolas de demolición.

Era un paso previo a la reconstrucción de un nuevo, mejor y mayor centro de deportes y, quizás, de espectáculos. Por supuesto, incluiría un aparcamiento subterráneo. El plazo de ejecución de obras era de 15 meses y se contemplaba, en el peor de los casos, que en 2010 estaría en funcionamiento ese nuevo equipamiento.

El año 2016 ha superado su primera mitad y no hay nada. Es más, no habrá casi nada de aquel primer proyecto, el que anunció el equipo de gobierno presidido por Teófila Martínez en su penúltimo mandato (el cuarto de cinco consecutivos).

Eran años en los que, con la debacle inmobiliaria y bancara en fase fetal, se daba por inminente el nuevo teatro de verano José María Pemán y un gran auditorio multiusos entre el futuro Ramón de Carranza y el recinto de la Zona Franca, en el terreno que ocupara la antigua fábrica Navalips.

También se hablaba de un nuevo hospital de referencia y de película, una ciudad de la justicia, hoteles de lujo en varios lugares, más edificios administrativos con vistas al mar... De todo, que soñar el gratis y el papel de los planos, o las pantallas de las recreaciones informáticas, lo soporta todo.

Un historial de obstáculos

El Fernando Portillo tiene una historia especialmente complicada dentro de ese amplio capítulo de proyectos atascados en la capital gaditana. La obra se bloqueó desde el principio. El Ayuntamiento aplazó primero su inauguración a 2012 pero llegado ese año, ni había empezado. Por entonces, se conocieron todo tipo de dificultales: que por orden judicial era imposible desalojar a un funcionario jubilado que tenía derecho a vivir en un rincón del terreno; problemas con los garajes del edificio anexo al antiguo pabellón y con cuyos propietarios no se alcanzó un acuerdo... Más tarde aparecieron restos arqueológicos en el solar, que –por más previsible que sea en esa zona de Cádiz, entre los glacis y los jardines de Varela– tampoco estaban contemplados.

Por último, y principal, se acabó el dinero. La Junta de Gobierno Local adjudicó el 27 de julio de 2007 la obra a la empresa San Miguel Promotora Andaluza SL tenía que construir el pabellón, los aparcamientos bajo el nivel del suelo y espacios para comercios. La firma no pudo superar los retrasos y el derrumbe del mercado. Sin que se hubiera puesto un metro cuadrado de hormigón en la obra, ese acuerdo fue cancelado por el Ayuntamiento el 25 de septiembre de 2013 por incumplimiento del contratista. Seis años después, en la casilla de salida.

Mientras el equipo de Teófila Martínez, incapaz de revitalizar el proyecto, volvía a ordenar los planes y la documentación, otro tropezón. Justo en su última comparecencia como alcaldesa en una Junta Local de Gobierno, el 5 de junio de 2015, Teófila Martínez anuncia que Emasa se hace cargo del proyecto con algún ajuste pero con las mismas 425 plazas de aparcamiento, el mismo pabellón para mil personas y los mismos metros cuadrados para locales. Sin embargo, un revés electoral –la agrupación de votos de Podemos, Ganemos y PSOE– lo impidió. El nuevo Ayuntamiento ponía el plan en revisión.

El fruto de esa reflexión apareció el pasado lunes. El nuevo equipo de gobierno reduce drásticamente la superficie y el espacio urbanizable de la obra, lo deja en una pequeña sala de deportes de barrio, con gradas para 216 espectadores, dos sótanos destinados a 250 plazas para vehículos, además de un local comercial de 2.500 metros cuadrados que ocupará un supermercado.

Tendrá acceso desde la calle Brunete a través de vestíbulo y control de acceso. Contará con cinco vestuarios. Como colofón, un minúsculo gimnasio de 72 metros cuadrados.

La ejecución de dichas obras pasa a costar 5.420.957 euros. El nuevo responsable de Urbanismo, Martín Vila, anuncia que se financiará gracias a que empresas privadas explotarán el local, un supermercado, y el aparcamiento subterráneo.

Es el final, momentáneo, del trayecto. De gran recinto deportivo capaz para espectáculos a sala deportiva de barrio. De tiendas deportivas a supermercado. De un proyecto faraónico que el anterior gobierno municipal fue incapaz de poner en pie a uno minúsculo que el nuevo equipo considera suficiente. Los vecinos del barrio llevan nueve años esperando las instalaciones deportivas (también punto de encuentro) que tenían hasta 2007.

Cuando se acerca una década de parálisis, les informan de que tendrán un recinto menor que varios de los grandes gimnasios privados que funcionan actualmente en Cádiz. Eso sí, habrá un supermercado. Por si fuera insuficiente el número de los que existen ahora en la ciudad. Antes del próximo verano, a menos de 300 metros, se inaugurará un Mercadona en el edificio que ocupa el espacio del antiguo cuartel de la Guardia Civil en San Severiano.

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