Ignacio, Javier y Fernando González Sáinz
Ignacio, Javier y Fernando González Sáinz
COFRADÍAS

Hermanos de cofradía y de sangre

Fernando, Ignacio y Javier González Sáinz cargan desde hace más de veinte años el Cristo de Buena Muerte

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Fernando, Ignacio y Javier son hermanos pero además comparten una misma devoción. Los tres forman parte de la cuadrilla del Cristo de la Buena Muerte desde que tienen edad para hacerlo. Es un ejemplo como otros tantos en la Semana Santa gaditana. La tradición familiar como es en este caso se mantiene pese a las dificultades y el paso de los años.

Fernando se hizo hermano de Buena Muerte cuando tenía ocho años «empecé con 8 años de monaguillos. La verdad es que los tres empezamos igual. Nos llevamos dos años cada uno y todos con catorce años ya salimos de penitentes». Explica que fue su abuela quien les introdujo en la cofradía. «La familia por parte de padre vivía en la calle Cristóbal Colón.

Mi padre salía de penitente y fue nuestra abuela la que nos introdujo en esta hermandad».

Los hermanos coinciden en que para ellos cada Viernes Santo es muy especial y cada año esperan con especial impaciencia este día. «Empezamos de acólitos y apartir de ahí siempre se repite el almuerzo familiar, luego los oficios, el vía crucis y ya después la salida procesional», comenta Javier.

Por ser el mayor Fernando cumple este año un cuarto de siglo debajo del paso del Cristo. «Yo empecé en la carga con dieciocho años. Nos metimos a través de un histórico, Miguel Ángel Maján 'Poleo' que tenía amistad con nuestra familia y era para nosotros muy importante». Fernando y Javier siempre han cargado el misterio mientras que Ignacio empezó en la Virgen del Mayor Dolor y ya posteriormente pasó al Cristo. Actualmente Ignacio por altura va en la parte delantera y Javier y Fernando son los segundos por la cola. «La verdad es que coincidimos con Poleo varios años de capataz y fue un auténtico privilegio».

Los tres hermanos están plenamente comprometidos con el Cristo de la Buena Muerte y de momento nunca han dejado de estar junto a él un Viernes Santo. «Nunca hemos faltado ninguno. Menos dos o tres años que nos ha llovido el resto hemos salido todos. Ni yo ni mis hermanos hemos fallado», comenta Ignacio.

Pese a las dificultades estos tres cargadores reconocen que la fe es clave para seguir cada año. «El vínculo es mucha fe y devoción y tradición y eso es lo que me da fuerza de un año para otro para seguir saliendo y no fallarle. Además es un compromiso de muchos años con los que ya no están», comenta Fernando. «Cuesta trabajo con la familia, incluso viviendo en Madrid veníamos a Cádiz para cargar. Siempre se intenta no fallar», explica Ignacio.

De todo este tiempo a los tres les quedan muy buenos momentos que nunca van a olvidar. «Recuerdos buenos era pasar por debajo del balcón de mi abuela y saber que ella estaba allí. Cada año que pasa a uno se le recuerdan todos esos anteriores años saliendo», dice Fernando. Ahora sus padres e hijos van a verlos en distintos puntos del recorrido. «Para ellos es muy bonito ver que estamos los tres hijos ahí metidos».

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