El alcalde de Cádiz tira ahora de la nostalgia para recuperar el espíritu del 15M

Recordar el pasado es sano. Es un ejercicio que ayuda a mantener fresca la memoria, sin embargo, el alcalde de Cádiz, José María González, ha acudido ahora a la nostalgia para hacer frente al desgaste que está sufriendo el ideario que inspiró el 15M. Quiere recuperar la movilización social.

Las plazas de todo el país se llenaron hace tres años de personas anónimas que mostraron su indignación con el gobierno, el sistema político y la corrupción. Los efectos de la crisis fueron las gotas que colmaron la paciencia de miles de ciudadanos, que pedían un cambio de rumbo, sereno para unos y radical para otros. Ese caudal de protesta social fue el 15M y también el germen de un nuevo partido como Podemos, que aprovechó las circunstancias del momento para erigirse en el Mesías del cambio.

Las elecciones europeas de 2014 abrieron la puerta de las instituciones a los indignados, mientras que las autonómicas andaluzas de marzo y las municipales del pasado mayo consolidaron su presencia en los círculos de poder.

El tiempo ha pasado entre cantos de sirena y la efervescencia de aquellas asambleas populares comienza ahora a diluirse como humo de tabaco ante una gestión de palabras más que de hechos. El alcalde de Cádiz, José María González, tira ahora de la nostalgia y de los recuerdos para recuperar el pulso perdido y el espíritu revolucionario que trajo el 15M.

El regidor gaditano, que se hizo con la Alcaldía gracias al apoyo del PSOE durante la investidura, ha escrito un artículo, «La honestidad es revolucionaria», en el que justifica la polémica asamblea del pasado viernes en la plaza del Palillero donde expuso «a pecho descubierto» sus primeros cien días de gobierno. El alcalde apela a recuperar la marea del 15M que ha permitido gobiernos de Podemos en ciudades como Madrid, Barcelona y Cádiz. Insiste en que sacar el atril del Salón de Plenos y situarlo en la mítica plaza del Palillero, símbolo del 15M gaditano, es un «hito histórico». En su opinión, «se trata de comparecer ante los vecinos para contar la realidad sin maquillajes».

El alcalde utiliza la retórica para presentar una ciudad que ha vivido durante veinte años sumida en el paro, sin embargo, no aporta soluciones para acabar con esta lacra que ha dejado a miles de familias en el umbral de la pobreza. González sigue anclado, según narra en el artículo, en una política de «ilusión, esfuerzo y cambio», pero es incapaz de abrir la ventana para poder vislumbrar todo lo que proclama. «Ojalá estemos menos en los despachos, donde uno termina por perder la noción de la realidad». Insiste en tomar la calle.