AVENIDA DE PORTUGAL

La Corrala de la Bahía, sin luz ni agua mientras surge la impaciencia entre los ‘okupas’

Las 28 familias se dividen entre dar más tiempo al nuevo alcalde o intentar montarle su primera manifestación desde la llegada al cargo

JESÚS A. CAÑAS
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Ocho meses son demasiados. Mucho tiempo para estar sin agua ni luz. Excesivos días para 28 familias sin hogar, abocadas a ‘okupar’ una promoción propiedad de un banco y bautizarla como Corrala de la Bahía. En este tiempo, desmesurado y polémico por los que defienden y atacan la medida, se han manifestado pidiendo dignidad, soluciones y servicios básicos de luz y agua. Hasta que José María González se hizo alcalde y muchos pensaron que había llegado su tiempo. El momento de conseguir lo que pedían: un alquiler social a largo plazo y, mientras llegaba esa medida, tener por fin luz y agua. Pero los días han pasado y, de momento, parece no haber respuesta del nuevo Ayuntamiento de izquierdas.

Y llega la división entre vecinos e, incluso, entre portavoces. Porque Julio Sánchez, uno de los portavoces, se muestra claro y contundente: «Nos prometieron una solución, pero no llega». Pero no todos lo ven así, la otra portavoz, Estefanía Mateo matiza: «Eso es una opinión personal, no la de todos los vecinos. El alcalde acaba de llegar y hay que darle tiempo, tiene buena fe y sé que lo está intentando».

La disparidad de visiones entre los vecinos parece estar servida. De momento, la única certeza es que en la Corrala Bahía no tienen ni luz ni agua. Para Sánchez, eso origina problemas en familias con niños pequeños que «no pueden dormir con el calor» y que ven cómo la comida se deteriora con el calor en pocas horas al no poder tener frigoríficos. Mateo reconoce el evidente problema que supone que se alargue esta situación, pero se muestra confiada en que la solución llegará de la mano del Ayuntamiento de Podemos. Dice que «el Ayuntamiento está en contacto permanente», aunque lo cierto es que también reconoce que siguen «en la misma situación». «Los procesos son largos», explica Estefanía que añade que «muchas veces las cosas no son como se quiere, sino como se puede».

Por su parte, Julio Sánchez advierte un cambio de actitud en los que ahora dirigen el Consistorio. «Antes era más fácil hablar con ellos, ahora me cuesta más». Les acusa de ser más esquivos que antes de llegar al poder y reconoce que se está cansando. De hecho, intenta organizar una manifestación que sería la primera a la que se enfrentaría el Ayuntamiento desde que cambió del azul al morado. Sin embargo, la división de opiniones es más que manifiesta entre los vecinos. Julio y Estefanía, ambos portavoces, ambos con disparidad de perspectivas, son el síntoma claro del sentir de la corrala. Por ello, no está claro que Julio vaya a conseguir arrimar el ascua a su sardina para la citada concentración. Tampoco que Estefanía consiga mantener la fe calmada en que el Consistorio hará algo en un plazo breve de tiempo.

Reivindicación a dos niveles

Desde hace ocho meses, la Corrala de la Bahía se ha enfrentado a un carrusel constante de concentraciones, comunicados y problemas derivados de su ‘okupación'. La ciudad, dividida, se manifestó en su apoyo, auspiciada por el apoyo de fuerzas de izquierda y de líderes de Podemos como el actual alcalde y su pareja, Teresa Rodríguez. Sin embargo, el suceso más duro se produjo a primeros de este año cuando en la Corrala falleció un bebé de cuatro meses, Dylan, víctima de un cuadro de gastroenteritis. Desde la Corrala dejaron claro que no fue por que los menores estuvieran mal atendidos por las familias. Sin embargo, el triste suceso despertó una ola de solidaridad con los okupas con manifestaciones y el interés de diversos medios nacionales. 

Pero el interés se fue diluyendo, mientras la paciencia de las más de 80 personas que viven en la avenida de Portugal confiaban en el cambio de gobierno municipal. Y llegó, pero ahora parece que no ocurre nada. Mientras, las familias sostienen las mismas reivindicaciones que antes. De entrada, piden una solución a corto plazo: tener luz y agua. Los suministros básicos son esenciales, como defiende Julio. Estefanía comparte la visión, aunque reconoce que no depende «solo del Ayuntamiento». «El agua es más fácil pero la electricidad es más complicado porque hay otras instituciones implicadas en Eléctrica de Cádiz. Aun así me consta que se está ya negociando», dice Mateo. 

Luego, vendría la segunda solución, la permanente. Y esa pasa por conseguir un acuerdo con el banco propietario del inmueble que les permita seguir viviendo en el edificio como un alquiler social o bien que el Consistorio les realoje en otro edificio de su propiedad. «Sabemos que eso es complicado porque el Ayuntamiento tiene un registro de demandantes en el que nosotros mismos estamos y tiene un orden de asignación», explica Estefanía Mateo. Por eso, la luz y el agua permitiría paliar las demandas más urgentes, mientras la solución a largo plazo llega. Ahora, la pelota está en el tejado del Ayuntamiento, mientras la paciencia se debate entre la fe abnegada y la desesperación manifiesta. El tiempo dirá.

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