José María González enseña el bastón de mando desde el balcón del Ayuntamiento de Cádiz
José María González enseña el bastón de mando desde el balcón del Ayuntamiento de Cádiz - Antonio Vázquez
investidura

El alcalde de Cádiz se da un baño de masas

Miles de personas se concentran en San Juan de Dios para celebrar el cambio en el Gobierno municipal

Antonio M. de la Vega
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

El Pleno ha terminado. La nueva Corporación se ha echado la foto y la exalcaldesa enseña su nuevo despacho al alcalde. La gente que llena San Juan de Dios se arremolina. Ya son miles. Levantan la cabeza y empiezan los aplausos cuando los fotógrafos que toman imágenes de la plaza desde el balcón del Ayuntamiento se dan la vuelta. Los flashes apuntan en dirección contraria. Aparece el alcalde de Cádiz, el tercero de la democracia en la ciudad, el primero de Podemos. Antes que él hubo un primero del PSOE y una primera del PP. Pero ninguno de ellos vivió lo que ayer vivió José María González ‘Kichi’.

Recién investido, el alcalde salió al balcón del Ayuntamiento para asomarse a una plaza abarrotada, como lo hizo hace veinte años Teófila Martínez, casi estrenándose como alcaldesa, para decirle a los gaditanos que había que luchar unidos para evitar el cierre de los astilleros.

Las caras han cambiado, pero los problemas siguen siendo parecidos. Los que esperaban a Kichi, los que con sus votos le han llevado en volandas hasta este inesperado día, son como los gaditanos de 1995, gente que quiere trabajar y en muchos casos no puede, gente que ha decidido dar un paso adelante en el activismo, gente que es capaz de nuevo de llenar las plazas para gritar eso de «sí se puede».

Hace veinte años se pudo. Ahora, de momento, se va a intentar. El nuevo alcalde lo prometió a sus conciudadanos. «Nos podremos equivocar y rectificaremos, pero nunca nos vamos a equivocar de bando», dijo dentro y fuera del Ayuntamiento.

Acabó la mañana pisando la calle, dirigiéndose a las personas congregadas a las puertas del Consistorio gaditano desde un atril que un par de horas antes montaban sus compañeros de partido. «Kichi, estamos ilusionados», le gritaba una chica en una de las múltiples interrupciones de su discurso. Se llevó muchos aplausos. Era su día, era el día de la ilusión por un cambio que asusta menos que «la penumbra» de la que habló el flamante alcalde. Al menos para ese público afín que ayer le acompañó. Seguro que hay muchos otros que ayer prefirieron quedarse en casa, viendo la investidura por televisión o directamente haciendo oídos sordos a la misma, y que desde mañana mismo van a estar vigilando para cantarle las cuarenta al primer tropezón.

Ayer cantaron los suyos mientras le esperaban. Cantaron ‘Los duros antiguos’, el himno de Andalucía, hasta el Vaporcito de El Puerto y el Po, po, po, pom de ‘Las Viudas’ sonaron a compás de fiesta. Muchas alusiones carnavalescas, bien porque el alcalde es comparsista o porque es la forma de expresarse de esta ciudad. Precisamente fueron muchas las caras conocidas del mundo del Carnaval que no se quisieron perder la cita. Esta vez su comparsa, que estuvo de nuevo al completo en San Juan de Dios, no cantó. No era el día. «Esto es Cádiz y aquí gobierna el Kichi», se gritaba. Y así estuvo su gente sin parar hasta que uno entre la multitud le decía a los que tenía más cerca: «No ha habido Tamayazo, mejor dicho, no ha habido Teofilazo», y comenzaron los aplausos.

Llegaba de repente una pequeña orquesta, con tambor y trompeta, para calentar aún más el ambiente. Y volvemos al punto en que Kichi sale al balcón. A un lado sus compañeros de partido, los que formarán gobierno con él, y otros dos, los de Ganar Cádiz en Común, que aún no saben si lo harán. Todos se llevaron una tremenda ovación. Lo primero que hizo una de las nuevas concejalas, Laura Jiménez, fue colocar en la balaustrada una camiseta de Valcárcel Recuperado. Luego, el ya alcalde tomaba el bastón de mando con una mano y lo levantaba para ofrecérselo a los allí presentes. «Esto es vuestro», les decía. Y la gente, claro, se vino abajo.

También estuvo en el balcón una emocionada Teresa Rodríguez, esta vez no como líder de Podemos en Andalucía, sino como pareja de Kichi, y junto a ella la madre del nuevo alcalde.

Luego fueron bajando los concejales, intentando hacerse hueco entre la nube de periodistas y cámaras de televisión que les esperaban en la puerta del Ayuntamiento. Los primeros en salir fueron los del PSOE. Apenas unos tímidos aplausos para ellos.

Mucho más vitoreados fueron los dos ediles de Ganar Cádiz en Común, Martín Vila y Eva Tubío, que vivieron la jornada con espíritu de vencedores.

Tensión en la salida de Teófila

Después salieron los del PP. Lo hicieron por otra puerta. Dentro la Policía les indicaba el camino hacia la puerta lateral, la más cercana al Pópulo, pero Teófila Martínez nunca fue mujer de esconderse y tampoco lo quiso hacer en este día complicado. «No, salimos por delante», le dijo a sus concejales. Y salieron los diez y sus excompañeros. Algunos saludando a los que les abucheaban. Ella, Teófila, con la cabeza alta.

Los últimos en salir fueron los concejales del nuevo Gobierno municipal. No sin esfuerzo, Kichi se hizo hueco para llegar hasta el atril en el que tomó la palabra para reproducir parte del discurso que ya había dado dentro del Salón de Plenos. Fue su segunda investidura, la ciudadana. Lo primero que hizo fue agradecer la confianza depositada en él por sus «vecinos y vecinas». «Para un viñero como yo, el desempeño de la honrosa y enorme responsabilidad que supone ser alcalde de Cádiz, y sabiendo que mis vecinos han depositado en mi su ilusión, es a la vez un motivo de enorme orgullo y de enorme responsabilidad», afirmó.

Tiró en su discurso de un par de frases de manual, de esas que utilizan todos los políticos: «Si somos capaces de imaginarnos mejores, es que seguramente mereceremos ser mejores»; o «entendemos que la política es el arte de hacer real lo que es justo». Pero también se comprometió a luchar contra los desahucios, contra la infravivienda, a crear empleo. El alcalde se definió como «gente corriente», de esas que luchan por sacar cada día su casa adelante, por abrir los colegios, por encender las farolas... Esa persona, ese gaditano que representaba su última comparsa, ‘Los imprescindibles’.

Y lanzó un mensaje antes de volver a entrar en su nueva oficina: «El Ayuntamiento de Cádiz no será nunca más una marca para el autobombo, sino un escudo para su gente».

Ver los comentarios