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CÁDIZ

El testaferro de Dávila Ouviña cobraba hasta 800 euros cada vez que firmaba un papel sin apenas leerlo

El hombre de paja del empresario gallego es un abogado de Zamora «que confiaba ciegamente» en Arespacochaga

CÁDIZ. Actualizado: Guardar
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Agustín Bobo de Vega fue el hombre más buscado ayer en las puertas de los juzgados de Cádiz. Es un desconocido para la prensa local. Se sabe de él que es un abogado de 78 años, que tuvo durante décadas una gestoría en Zamora y que, según su propio testimonio ante la jueza Del Río, se implicó en el entramado de empresas del gallego Dávila Ouviña a través de Joaquín Arespacochaba, en quien «confiaba ciegamente». El supuesto «testaferro» de la red acusada de estafar 21 millones de euros del plan para la reindustrialización de la Bahía de Cádiz confesó ayer que cobraba desde 600 hasta 800 euros cada vez que iba a la notaría para poner a su nombre alguna de las empresas o sociedades del entramado.

El propio hombre de paja de Ouviña señaló ayer que de la red empresarial ha explicado que cobraba por firma papeles, que «apenas leía». «Los leía por encima, miraba el nombre de la empresa, los socios, el objeto social y poco más. Pero no recuerdo detalles ahora mismo», respondió Bobo de Vega a la jueza, de forma vaga e imprecisa. El imputado negó saber qué hicieron esas sociedades a partir de su firma, pero reconoció que le «venía muy bien recibir unos 800 euros cada vez que se desplazaba para firmar un documento».

La jueza quiso saber con qué objetivo recurrían a él estos empresarios y él apuntó que para que controlara las empresas y Del Río le preguntó que qué iba a controlar si apenas se leía los documentos. En fin, que Bobo de Vega se ha confirmado como un auténtico hombre de paja, tal y como ya fue calificado por la Udyco en sus informes. El licenciado en Derecho, como él mismo declaró, basó toda su exculpación en la relación de confianza que mantenía con la familia Arespacochaga y subrayó que no conoció a Dávila Ouviaña personalmente en ningún momento.