Los lugares marcados

La diáspora interior

Jerez Actualizado: Guardar
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Sigo con mi pobre cruzada anti-palcos de la semana pasada. Supongamos (no es mucho suponer) que no podemos huir de la ciudad sitiada durante esta semana. Que el bolsillo no da de sí, que no hemos encontrado alojamiento conveniente, que no nos gusta viajar o que simplemente no nos apetece movernos. La otra diáspora posible es la interior.

Pertrechémonos de todo lo imprescindible y de un buen cargamento de placeres no por innecesarios menos importantes para nuestro fin. Quero decir que, aparte de tener la alacena surtida, habremos de contar con un número suficiente de películas, libros, botellas de la bebida favorita, tabletas de chocolate y todo lo que se nos ocurra que pueda completar un catálogo personal del hedonismo.

Si tenemos niños en casa, añadamos al lote (por esta vez seamos ampliamente permisivos) juegos para la play, películas de dibujitos y provisión de chuches diversas. Tendremos que disponer para los pequeños un paraíso aparte, eso sí, porque sus placeres y los nuestros podrían llegar a mostrarse incompatibles. Pero confiemos en el poder de convicción de una televisión en su cuarto y en los encantos de Sony, Pixar y Disney unidos.

¿Tenemos ya todo el arsenal necesario? ¿Nuestras ventanas y balcones cierran bien y están insonorizados? ¿Estamos mentalmente preparados para el viaje interior? Pues entonces, amigos, compañeros de exilio, hagamos como que no nos molesta el encierro y disfrutemos de puertas adentro de estos días festivos, mientras los demás (porque cada cual es libre de elegir sus diversiones) van a sus asuntos penitenciales.

Quién sabe si al final de la semana llegaremos a decir, como la inefable Dorothy de El Mago de Oz: «Como en casa no se está en ninguna parte».