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El mes más horrible de Japón

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La tierra no deja de temblar en Japón, que conmemoró ayer su mes más negro con un nuevo terremoto. Un seísmo de 7 grados de magnitud, rebajado a 6,6 por el Servicio Geológico de Estados Unidos, volvió a sacudir al archipiélago nipón justo cuando se cumplía un mes del tsunami, que se ha cobrado más de 28.000 muertos y desaparecidos y provocado fugas radiactivas aún sin controlar en la siniestrada central nuclear de Fukushima.

Mientras la naturaleza volvía a meter el miedo en el cuerpo a los japoneses, estos recordaban a las víctimas con un minuto de silencio. En su memoria, las sirenas sonaron a las 14.46 (7.46, hora española), el momento exacto del terremoto de magnitud 9 que desencadenó el mes ‘horribilis’ en el país y su peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial.

Con la radiación aún escapando de la central de Fukushima 1, el Gobierno de Tokio ha decidido ampliar la orden de evacuación a varios pueblos situados fuera de los 20 kilómetros ya desalojados alrededor de la planta atómica, como Iitate y Minamisoma. El Ejecutivo nipón se negaba hasta ahora a extender el perímetro de seguridad, tal y como aconsejaba la Agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA), a otras zonas en las que muchos residentes vuelven para recoger sus pertenencias.

Algunos medios de comunicación, como el periódico ‘Asahi’, informaban de que el Ejecutivo podría ampliar dicha «zona muerta» hasta los 30 kilómetros y ha instado a sus habitantes a permanecer en casa o marcharse. La indecisión de las autoridades ha enfurecido a los vecinos de la central, como en Minamisoma.

Entrevistado por la televisión NHK, el gobernador de la prefectura de Fukushima, Yuhei Sato, criticó la política de evacuación porque «los residentes que viven a entre 20 y 30 kilómetros de la planta están confundidos». Sato se negó asimismo a recibir a Mastake Shimizu, el presidente de Tepco, la eléctrica que gestiona la central, quien llevaba un mes desaparecido y ayer visitó el lugar. «Me gustaría disculparme por el daño físico y psicológico causado a la personas que viven cerca de la planta nuclear», dijo Shimizu, cuya compañía ha reconocido que ocultó fallos de seguridad.

El desastre más caro

Tras la triple catástrofe del terremoto, el tsunami y las fugas radiactivas aún sin atajar, Japón debe acometer la reconstrucción de cientos de kilómetros en la costa oriental. Con unos daños que ascienden a más de 214.000 millones de euros, la tragedia constituye el desastre natural más caro de la historia, por encima del tsunami del océano Índico y del terremoto de Kobe.

Además, el entrampado Ejecutivo nipón –cuya deuda pública representa el 200% del PIB– debe proporcionar alojamiento a 150.000 evacuados, que perdieron sus hogares bajo las olas gigantes o huyeron de sus casas por miedo a la nube tóxica de Fukushima. Durante tres meses, podrán vivir gratis en casas prefabricadas o habitaciones de hotel, pero la reconstrucción durará mucho más y la disminución de la radiación llevará décadas.