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Manuel Tallafé: «Todos somos payasos»

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Dice Álex de la Iglesia que quiere a Manuel Tallafé más que a sus muelas. El director de ‘Balada triste de trompeta’ ha contado en su blog, casi paso a paso, «el duro parto» de la película que le ha valido el León de Plata en la última Mostra de Venecia. Entre ataques de histeria, detalles de ‘la cocina’ del rodaje, y conatos de embolias cerebrales, De la Iglesia reserva un par de entradas para describir sus peripecias en el Festival de festivales. En casi todos los chascarrillos con enjundia participa, como protagonista o como cómplice, uno de esos actores gaditanos que fue a buscarse la vida a Madrid y que ha terminado por hacerse un hueco en los repartos: Manuel Tallafé.

La anécdota más celebrada es ésta: De la Iglesia tenía pánico a encontrarse con los «grandes nombres» que formaban el jurado de la Mostra. «Es algo que los tensa a ellos, te tensa a ti, no sabes qué coño de cara poner en ningún caso, y no mola nada». Pero el último día les pasó. «Fuimos a cenar al Da Forni, y allí nos topamos a Tarantino, Elfman y Arriaga. Decidimos girar 180 grados y salir del restaurante escopeteados, pero el ‘maitre’ se puso a gritar, a hacer gestos extraños, y tuvimos que volvernos», así que De la Iglesia, preocupado porque Tallafé se embalase con el jurado, le grita: «¡Talla, mira qué cuadros!», señalando una pared completamente vacía, para estupefacción del resto de los clientes. Por fin acceden, «sin bajas», a otra sala, pero al actor gaditano le dan ganas de ir al baño, y De la Iglesia no está dispuesto a asumir riesgos. Le dice que se aguante, que se mee encima, cualquier cosa menos moverse de la mesa». Para distraerlo de sus necesidades, el director le suelta: «Te doy 150 euros si te acercas a aquella anciana y le das un beso». La ‘anciana’ era Helen Mirren. «Hay que tener en cuenta que es un local fino, de smoking y trajes de noche, joyas y eso». Tallafé no lo entendió y acabó dándole un beso a otra señora mayor, «una inglesa muy seria que al final se rio un montón y se lo pasó estupendamente».

Con los 150 euros se fueron a dar un paseo en góndola.

–De Santa María a la Mostra. ¿Qué sintió en Venecia?

–Ha sido la semana más increíble de mi vida. Emocionalmente, la más intensa. Llegamos un domingo por la noche y nos fuimos a cenar. No conocía la ciudad. Al día siguiente, por la mañana, cuando la vi más tranquilo, la emoción me ganó entero. Me salía por los ojos, por los poros, por los lagrimales (se ríe).

–Y el día siguiente les tocó la presentación, ante lo más selecto de la crítica cinematográfica internacional, y con un jurado de lujo.

–La película se había pasado el día anterior a prensa, así que ya nos habían llegado las buenas vibraciones. Periodistas, críticos y algún que otro gurú del cine americano habían dejado caer, en el hall del hotel, que ‘Balada’ rompería. Durante la proyección abierta el público interrumpió cinco o seis veces para reírse a carcajadas o aplaudir. Cuando terminó, hubo una ovación de diez minutos. Nunca había visto una cosa parecida, salvo en los homenajes. Y además, ¡es que estábamos en la Mostra de Venecia, joder!

Un beso a Tarantino

–¿Le presentó sus respetos a Tarantino?

–Vaya que sí. Hasta le di un beso. Y me hice una foto con él. Tarantino, yo y el León de Plata. Un sueño.

–¿Mucha fiesta?

–Bueno, la justa y necesaria, que nunca es poca. El día de la presentación hubo algo, y cuando recogimos los premios. Conseguimos dos de la prensa, entre ellos el de mejor reparto protagonista, que lo recogí yo.

–¿Qué momento no olvidará nunca?

–Cuando íbamos llegando al Excelsior, en lancha, la primera noche. Y la ovación. Diez minutos.

–La película se estrena el diciembre. ¿Cuál es su papel?

–Soy Ramiro, domador de elefantes y dueño de los animales del circo. Hago de amigo mediador, que condiciona muchas de las relaciones personales que suceden en la película.

–La crítica no acaba de aclararse. ¿Es una comedia dramática, un drama muy cómico, un esperpento puro?

–Es un drama romántico y salvaje.

–Dicen que es distinta a todo lo que estamos acostumbrados en el cine español. Eso, teniendo en cuenta que la ha dirigido Álex de la Iglesia, que ya de por sí no es un creador precisamente conformista, da miedo...

–Lo mejor de ‘Balada triste de trompeta’ es que la gente sale del cine con ganas de hablar de lo que ha visto. Parece una tontería,pero no lo es. Cada vez es más frecuente que el público pague su entrada, vea la peli, y cuando sale se pregunten, los unos a los otros: ‘¿Qué, te ha gustado?’ Responden ‘sí’ o ‘no’, y punto. A los diez minutos no se acuerdan. Con ‘Balada’ no pasa eso, porque tiene su fondo y sus lecturas. Arranca en la Guerra Civil, abarca la postguerra, y habla de muchas cosas. Del miedo, de las caretas, de que, en el fondo, todos somos payasos.

–Lleva seis películas con Álex de la Iglesia, más una obra de teatro, varios cortos y una serie. Lo suyo es un idilio en toda regla...

–Nos conocemos desde hace 20 años. Además del cerebro más explosivo del cine español, es mi mejor amigo. Y yo el suyo, según dice.

–¿De dónde le viene la vocación?

–En mi familia siempre llevamos por bandera ese humor tan de por allí, tan tierno y a la vez tan duro, que sirve, casi siempre, para protegerse. Ese humor que te obliga a reírte de todo, empezando por tu propia sombra. Creo que heredé algo de eso. Me encantaba improvisar, las obrillas de teatro de La Salle, el Carnaval. Mi madre tenía una peluquería, y yo imitaba a Raphael para los clientes. Siempre he sido muy payaso. Además, mi abuelo era el dueño del cine Avenida.

–¿Y se colaba mucho?

–Cada vez que podía. Siempre recordaré que la película que más me impresionó de crío, con cinco o seis años, fue ‘El jorobado de la Morgue’, de Paul Naschy. Luego tuve la suerte de trabajar con él.

–¿Cómo arrancaron sus ‘amores’ con De la Iglesia?

–Pues yo trabajaba para Zeppelin, la productora de televisión, en el programa de Las Virtudes. Y él andaba por allí, de director de ‘Inocente, inocente’.

–Y saltó la chispa...

–Saltó, sí, la verdad es que saltó. Álex había dirigido ‘Acción mutante’, era casi un completo desconocido. Entró un día en la sala de montaje, me vio en una de las piezas que yo había hecho para Las Virtudes, y me invitó a comer. Nos pimplamos. Después nos fuimos a un concierto de Def Con Dos y luego nos volvimos a repimplar. Tuve que dormir en su casa, y eso une mucho.

– ‘El día de la Bestia’.

–Siempre diré que con aquella ‘peli’ Álex abrió una nueva puerta para el cine español. A partir de ahí, muchos creadores de aquí se decidieron a salirse de lo que, en cierta forma y erróneamente, se esperaba de ellos. Aportó una frescura, un descaro, del que luego se ha beneficiado mucha gente. Y con un presupuesto de 400 millones de pelas, que es lo que se gastan los productores americanos en el ‘cátering’.

–¿Pero qué recuerda del rodaje?

–Pues que pasé un frío brutal, y que cuando vi a la Bestia, con su careta de silicona, resulta que dentro había un tipo sin piernas. Fue impresionante. Dentro de la Bestia había un actor con dos patas de palo. En serio. Y luego también recuerdo que en la escena mía me electrocutaban, y que tenía que estar un rato moviendo las piernas en alto, y que me dolían a reventar...

–‘Airbag’.

–Pues como ‘El Día de la Bestia’: la diversión por delante. Para que esas películas funcionen, tiene que haber mucho buen rollo en el rodaje, y en ‘Airbag’ lo había.

– ‘Torrente’.

–Fue un pelotazo, pero Segura estaba muy convencido del tema. Solíamos quedar a comer los viernes con Pablo Carbonell, Faemino y Cansado, Álex, etc... Y siempre estaba a vueltas con ‘Torrente’. Se lo curró.

– Y luego más personajes frikis: el androide de ‘Plutón BRB Nero’, el doctor chiflado de ‘Ellos robaron la picha de Hitler’... Vaya papelitos. ¿A qué cree que se debe?

–A que la gente es muy atrevida. Y a lo atrevido que es uno. Pero no te creas que es fácil. Cualquiera no está dispuesto a cargar con el traje protésico del androide de ‘Plutón’. Tardaba seis horas en subir las escaleras de camerino a plató. Salí de aquello fuertote-fuertote. Más bien ‘cuadrado’.

–¿Por dónde tirará en el futuro? ¿Algún papel dramático?

–Bueno, éste último de ‘Balada’ ya tiene otros matices... Toco otra clase de rol. Más complejo, más perverso, incluso. Y en noviembre vuelvo a rodar con Álex. Pero de ésa puedo adelantar poco.