semana mayor

Romántica jornada de Jueves Santo

La presencia en la calle de hermandades como la Vera-Cruz o la Lanzada posibilitan uno de los días más singulares

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Andaba Jerez preocupado porque el Jueves Santo se había quedado cojo, como a medio camino, parecía que sin gasolina frente al empuje de otros días como el Miércoles o Martes Santo, más vigorosos, más frescos, más generosos en el espectáculo que ponen cada año en la calle. Andaba Jerez preocupado porque no quería que el Jueves Santo se convirtiera, como fue a finales del siglo pasado, en un día propicio para emigrar hasta Sevilla, en una decisión que perjudicaba tanto al Jueves Santo como a la Madrugá de la ciudad, que presentan los palcos más vacíos que de costumbre. Andaba Jerez preocupado por todo esto, cuando las cinco cofradías que hicieron ayer su estación de penitencia nos descubrieron que el encanto de este día del Amor Fraterno es precisamente eso, su permanencia en el tiempo, su vigencia en las formas, su clasicismo en la estética.

Porque embarcarse en el Jueves Santo de la ciudad es viajar en el tiempo hacia la Semana Santa de otros siglos, gracias a cofradías como la Vera-Cruz o el Mayor Dolor, siempre ellas, siempre las mismas. Pocas variaciones, y las escasas que presentan para mejorar su conjunto pero sin modificarlo sustancialmente. Ver el Jueves Santo del año 2010 en poco distorsiona del que pudimos disfrutar hace diez años, o incluso más aún. Es un lento evolucionar, es como si a estas cofradías les costara más trabajo adaptarse a las modas imperantes, dejando un regusto de lo clásico y lo exquisito pocas veces entendido, pocas veces valorado. Y sin embargo, fundamental para que no se pierda la esencia de lo que es la Semana Mayor jerezana.

Por eso, bien haría Jerez en dejar de estar preocupada, y comenzar a disfrutar de una jornada que ayer lució brillante gracias al empeño de cofradías como la Lanzada, que de nuevo mostró un cortejo corto pero elegantísimo, y un paso de misterio que va ganando en prestancia y elegancia gracias al buen hacer de José Carlos Atalaya, su capataz, y la Unión Musical Astigitana, siempre impecable como formación musical tras los pasos de nuestra Semana Santa. Bien haría Jerez en darse cuenta de que Vasallo Parodi no sólo hizo para nuestra ciudad el Cristo de la Expiración, sino que dejó para la historia al Señor de la Oración en el Huerto, brillantemente restaurado por Agustín Pina y que ayer lució rotundo durante toda su estación de penitencia, acompañado por el paso de palio de la Confortación, que tiene en el Angel Confortador a una de las grandes piezas de arte desconocidas de Andalucía.

Bien haría Jerez en dejar de estar preocupado, porque el tesón de la hermandad de la Redención se nota, y de qué manera, cada vez que se presenta en la Carrera Oficial, año a año ganando en patrimonio humano, cultural y material. Una hermandad de barrio que ha sabido entender a la perfección que en el Jueves Santo lo que hace falta es elegancia y lo que sobraría es chabacanería. Una hermandad que completa uno de los días más bonitos de nuestra Semana Santa, y por supuesto el más largo si conseguimos llegar a la Madrugá.

La Redención

El progreso

Cuando Juan del Río Martín la nombró hermandad de penitencia en el año 2004, era la menos desarrollada de sus hermanas, teniendo en cuenta que la consolidaban como cofradía el mismo día que se hacía con la hermandad del Soberano Poder, muy avanzada en su estructura interna y en su patrimonio humano, y que el Consuelo, una de las más populares agrupaciones parroquiales y hermandades de Sábado de Pasión. La empresa, por tanto, era difícil. Porque no nos engañemos, la competencia, la rivalidad bien entendida, existe en el mundo de las hermandades y cofradías. Esa carrera por llegar a ser mejores que las demás, o al menos distintas, singulares. Ese compromiso por dar culto a nuestros titulares de la mejor manera posible, y que nos lleva de manera ineludible a fijarnos en nuestros vecinos para saber cómo les va la vida a ellos.

Todos querían entrar en ese carrera... Menos la hermandad de la Redención, que supo jugar sus cartas de manera inteligente, sin prisas, sabiendo que esto es una carrera de fondo y no un sprint. Con ese planteamiento la cofradía que dirige Domingo del Castillo se presentó por primera vez en Carrera Oficial, y soportó de manera heroica las críticas, muchas de ellas injustificadas, que se vertieron sobre un proyecto que tiene sentido como comunidad salesiana, sin desvincularlo del mundo de las hermandades y cofradías.

Esto que no entendieron en el resto del mundo cofrade es lo que se vive día a día en el Santuario de María Auxiliadora. Mientras otras cofradías montan altares de privilegio, o preparan actividades cultuales de primer nivel, mientras que su sede canónica está vacía, la hermandad de la Redención disfruta montando un besamanos austero, coqueto en un lateral del Santuario, mientras espera con la iglesia atestada de fieles que termine la Eucaristía para celebrar un concierto de la banda que les acompaña cada Jueves Santo.

Ese es el tesoro que tiene la hermandad de la Redención, que ahora espera tranquila a los que le criticaron el primer año con la talla del paso de misterio por parte de Pineda finalizada. Un auténtico bombón de paso de misterio, que deja vislumbrar que sí, que la hermandad de la Redención tiene todas las posibilidades para convertirse en una de las grandes cofradías de la ciudad si la dejan trabajar con tranquilidad.

La Vera-CruzEl estilo

Hablar de la Vera-Cruz es hablar, principalmente, de gusto, o más dicho de regusto. Del regusto que deja en los labios las cosas bien hechas, el estilo señero de una cofradía que el Jueves Santo se aleja por completo de los problemas que luce su hermandad para convertirse en referente de todo un estilo de cofradía. La Vera-Cruz es la demostración palpable de que cuando las cosas están bien pensadas poco importa quien dirija los pasos de la cofradía. La Junta de Gobierno actual, absolutamente diferente de la anterior, así lo ha entendido, y con buen criterio ha decidido conservar un estilo que le viene a la hermandad como anillo al dedo.

Ver la hermandad de la Vera-Cruz en la calle es ver la cofradía por definición del Jueves Santo jerezano. Es la hermandad que preside José Ángel Díaz Neupaver un ejemplo de cofradía romántica, de las que gustan más a los hombres que a los niños. Una cofradía para ver en traje oscuro y camisa blanca, abrazado al brazo de una hermosa mujer de mantilla. Desde la cruz de guía, portada por antiguos alumnos del Colegio del Pilar, hasta el preste de la hermandad, todo está estudiado, todo está más que pensado, para que los cinco sentidos se alteren al ver pasar la hermandad de la Vera-Cruz.

Eso lo ha entendido a la perfección Eduardo Biedma, que con su paso al frente al coger el martillo del paso de misterio de la cofradía ha vuelto a confirmar que está en el top de capataces de la ciudad. Con un andar largo racheado, y unas levantás de ensueño, el Santísimo Cristo de la Esperanza volvió a demostrar su grandeza a la ciudad, escoltando en la lejanía a una Virgen de las Lágrimas que luce coqueta el manto que la cofradía recuperó de uno antiguo gracias a la prestigiosa firma del taller de José Ramón Paleteiro. Una dolorosa descubierta porque hace diez años puso el listón a una altura insuperable a la hora de andar de frente, y que ahora va perdiendo esa esencia debido a un repertorio musical inadecuado para la hermandad que preside como titular mariana.

En cualquier caso, y salvo estos pequeños matices, una cofradía que nos hace soñar con tiempos pasados, con las cofradías del ayer, y que muestra a las hermandades más jóvenes el camino correcto para llegar a ser una gran cofradía.

La Lanzada

La rapidez

La hermandad de la Lanzada entendió como nadie la fórmula que se marcó hace ahora una década de recortar el tiempo de estancia en la calle. Su cercanía con el principio de la Carrera Oficial, así como con el templo catedralicio donde realiza su estación de penitencia, han sido las armas esgrimidas por la corporación para estar apenas tres horas en la calle. Y si a eso le unimos el intenso ritmo que lleva la cofradía, que avanza a buen paso por las calles de la ciudad, pues resulta que tenemos delante a una de las herandades más difíciles de ver en Semana Santa. Y precisamente ahí está su encanto, en que hay que tener interés real para salirle al paso. Y cada vez son más los cofrades que valoran el romanticismo y clasicismo de esta cofradía que se ha ganado a pulso un hueco entre las grandes del Jueves Santo por estaciones de penitencia tan modélicas como la que hizo ayer la hermandad que preside Juan Jordi.

El Huerto

Cofradía de centro

Relucía el Señor de la Oración en el Huerto ayer en el convento de Santo Domingo. Lo hacía quizá porque se acordaba de la figura de Manolito, el del Huerto, eterna papeleta de sitio número uno de la cofradía. Eterno cofrade que siempre saldrá en la crónica de la hermandad de la Oración en el Huerto, porque él representaba como nadie los valores de una Semana Santa que debe ser inocente, alegre, ilusionante, positiva. Sin duda, ese era el motivo de su brillo especial, o quizá lo fuera el impecable trabajo que le ha aplicado a la imagen Agustín Pina, ese restaurador jerezano que es un seguro de vida para nuestro patrimonio cultural.

Nadie sabe a ciencia cierta por qué, pero la cofradía del Huerto brilló este año de manera especial, con los dos pasos de la hermandad andando de manera elegante, sosegada, demostrando una madurez y una elegancia inusitadas. Así lo entendieron los devotos de la hermandad, que quisieron acompañar a la cofradía por la calle Tornería hasta su templo, en una de las salidas más multitudinarias que se recuerdan por el convento de Santo Domingo. Será la cercanía con la Madrugá, que más que cansar, anima. Será la mirada del Angel Confortador. Será el maravilloso paso de misterio de la cofradía. O será que la del Huerto será, para siempre, la cofradía de Manolito. Razón más que suficiente para no dejarla nunca sola...

El Mayor Dolor

Una dolorosa

Resumir una cofradía en una dolorosa debe ser duro. No debe ser plato de buen gusto que siempre, al empezar a contar lo que hace cada Jueves Santo la hermandad del Mayor Dolor, nos acordemos de su maravilloso paso de palio, del exquisito exorno floral del mismo, del nuevo capataz del Mayor Dolor, Jaime Gutiérrez Bustillo, consolidado como un capataz fiable. Debe ser duro... A menos que seas del Mayor Dolor, claro. Porque tener a la dolorosa más expresiva de la Semana Santa debe ser más un privilegio que un problema.

Aun así, la cofradía no fue sólo un paso de palio. El Ecce Homo presumía de restauración de Pilatos por la empresa Ressur, y la hermandad está más que consolidada entre las corporaciones de prestigio de la Semana Santa jerezana. Y a eso hay que unir la salida procesional de la cofradía de San Dionisio tras casi diez años de exilio en la Catedral. Un Jueves Santo para recordar en el Mayor Dolor.