MALO CONOCIDO

Una casa en La Plata

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A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires: la juzgo tan eterna como el agua y el aire». La cita es de Jorge Luis Borges (1899-1986), que aprendió de chiquito el inglés leyendo la Enciclopedia Británica y luego nos tradujo las fascinantes sagas islandesas. Vecino del barrio de Palermo, en alguno de sus exquisitos relatos se desliza el lunfardo, mezcla de italiano y castellano con ese acento napolitano que caracteriza el habla argentina. Hay ciudades, como La Habana, Río de Janeiro o Buenos Aires, cuya sólida morfología diluye la diversidad de sus gentes. Judíos, italianos, españoles o cabecitas negras, son antes que nada tan porteños como: Borges, Bioy Casares, Cortázar, María Helena Walsh, Alfonsina Storni o Roberto Arlt.

Buenos Aires fue en los primeros años del XX una de las más glamurosas metrópolis del mundo occidental. La Argentina quebró pero una ciudad así nunca se apaga. De San Telmo a Palermo, pasando por Belgrano, Chacarita o La Recoleta, la vida centellea en cafés, teatros, librerías de viejo, tiendas o mercadillos. Saborearla exige su tiempo, desaconsejo viajar a la Argentina queriendo verlo todo: Iguazú, Bariloche, la Patagonia. Vayan a Buenos Aires y dejen que una ciudad tan densa enseñe sus entrañas. Sólo hay una escapada obligada, en menos de una hora se llega a La Plata, la universidad más señera del subcontinente.

La ciudad alberga la única casa de Le Corbusier en América y una de sus obras más maduras, proyectada en 1949 -coetánea de la Unidad de Habitación de Marsella, Notre Dame de Haut en Ronchamp y Chandigarh- la termina de construir en 1955 el argentino Amancio Williams (1913-1989). Si en la Villa Stein (1927) o en Ville Savoie (1929) Corbu ensaya los principios del Moderno (planta libre, fachada flexible, pilotis, fenêtre aux longuer, quinta fachada), la Casa del Doctor Curutchet en La Plata, más que experimental es fruto de la experiencia. Ubica la consulta en fachada y la vivienda al fondo de una parcela entre medianeras, la rampa que une ambos cuerpos es a la vez recurso para leer la propia obra, en la cual el maestro suizo demuestra que cuando una cosa es funcional es bella.

Este santuario de la arquitectura contemporánea pertenece al Colegio de Arquitectos, lo cual facilita la visita. Y aún da tiempo para volver a la perla del Plata y tomar algo en 'El Seis', en Palermo Viejo, antiguo barrio de modestas casitas transmutado hoy en la zona con mayor densidad de lugares con encanto.