AL AIRE LIBRE

Regalo de Reyes

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La ventaja de creer en los Reyes Magos es que, si te portas bien, algo cae. Con lo cual es fácilmente deducible que ningún político habrá recibido regalo de sus Majestades, sino alguna chuchería o detalle sin importancia. Como creo que este año pasado he sido bueno, he hecho la tarea, he escrito mi columna semanal, salvo algún fallo, y procuro cumplir mis deberes civiles y canónicos, Melchor Gaspar y Baltasar me han traído nada mas y nada menos que la poesía navideña completa de ese pedazo de poeta arcense que es Antonio Murciano (y Carlos, ¿qué me dicen de Carlos? Que también hay que echarle de comer aparte). Se trata de una edición primorosa realizada por la Universidad Católica San Antonio de Murcia, encuadernada de un azul celeste suave y marinero, como este rincón del Sur tantas veces cantado por Antonio. Anduvieron prestos los Reyes de Oriente, porque salió de la imprenta en la víspera de la festividad de la Inmaculada Concepción, y hubieron por tanto de emplearse a fondo. Pero como los Reyes son tan magos, enjaretaron el encargo sobre la marcha y fueron dejándolo en las casas de algunos amigos. La edición recoge desde sus primeros libros navideños ya agotados e inencontrables, de principio de los cincuenta y sesenta, hasta las últimas creaciones frescas e inéditas que el poeta nos regala, inasequible al desaliento navideño. Pasando por el Cancionero y Romancero de Arcos, con el recuerdo siempre vivo de Los Panderetos, hito musical del villancico. Viene esta edición en un oportuno momento, pues ya se echaba en falta por los que, por aquí y por allá, hemos estado recomponiendo casi arqueológicamente la producción navideña de Antonio, a base de fotocopias, cuadernos de las Misiones Salesianas de Nueva York y ediciones de Cajasur. Ahora, con todos estos materiales, bien podemos alegrarnos y bien pueden alegrarse quienes gustan de la poesía honda, sencilla, alegre y sincera de un poeta que tantas veces ha desnudado su alma al llegar la Nochebuena, esa noche a la que tanto quiere, como dice uno de sus versos. Alegrémonos, pues, de que una de las columnas literarias de la poesía española navideña del siglo XX ya se ha puesto en pie. Faltan, su hermano Carlos, Luis Rosales y Gerardo Diego. Ahí es nada. ¡Menudo poker de ases!