Los miembros de la junta directiva mantienen al día el listado de socios, gracias a sus avances en el mundo de la informática. :: A. J.
PUERTO REAL

Prejubilados con fecha de caducidad

Los más jóvenes de este colectivo vinculado a Astilleros cumplen en un año la edad de jubilaciónLa entidad, que tiene su sede curiosamente en la calle Factoría de Matagorda, es la única de este tipo en todo el sector naval nacional

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«Tenemos fecha de caducidad: finales de 2011». De esta forma tan curiosa fija el presidente de la Asociación de Prejubilados de Astilleros, Antonio Núñez, el momento en que sus socios más 'jóvenes' pasarán a ser jubilados. «Aquí quedan ya más jubilados que prejubilados» comenta sobre la propia junta directiva: «Prácticamente toda la junta, nueve de diez, lo somos ya».

«La asociación se va extinguiendo de forma natural», hace balance Antonio Núñez. «El tope se puso en el año 1946, por lo que cumplirán los 65 en 2011», hace el cálculo Rafael Gaviño, que para algo es el tesorero de la entidad.

En activo hay en la actualidad 330 socios, aunque se han llegado de reunir más de 600. El que menos ha trabajado 'sus' 38 años en Astilleros, cifras que ya no podrán ser alcanzadas por prácticamente ningún trabajador hoy en día, con el nuevo modelo laboral.

De haber llegado en el pasado hasta los 600 socios, en 2011 el colectivo desaparecerá, y para entonces no tendrá sentido mantener su sede abierta. El último socio en incorporarse lleva el número 1.003, con fecha de octubre de 2005, pero de por medio ha habido muchas altas y bajas.

Cuando llegan las trabas

Un 70 por ciento de los socios son de Puerto Real y el otro 30 proviene de Cádiz. Muchos no dan el paso hasta que no se chocan con las primeras trabas administrativas. Hay algunos que se han inscrito hace relativamente poco, y sin embargo se habían jubilado hace años.

«Además de las bajas hay que contar los fallecidos», añade Gaviño. Las viudas siguen en contacto con la asociación, y mantienen los derechos en su día adquiridos por sus maridos. «Hay que mantener lo de estar asociada, estaría bueno que no nos quedara nada», se incorpora Juani García, que acude a la sede de los prejubilados en esta misma jornada.

Ella fue esposa de Manuel Martínez, el primer tesorero con que contó el colectivo. «Manolín se vino en la primera promoción, se llevó cuarenta y tantos años trabajando en el Dique, desde jovencito», recuerda.

Ahora se cumplen 63 años de la entrada de Manuel en Astilleros. «Aquí viene los hombres; mi marido venía y se quedaba de guardia», rememora Juani del arranque de la entidad.

«Da pena ver cómo está 'to', ese Dique, cuando una pasa para Cádiz, cuando se veía a la gente hasta trabajando por afuera», reflexiona Juani sobre lo que han sido y lo que son hoy los astilleros.

Rafael Gaviño explica que la asociación ha sido la única de este tipo que se mantuvo abierta en todos los astilleros españoles. En Sevilla el asunto estuvo gestionado durante un tiempo a título personal por dos sindicalistas, pero aquel impulso no cuajó.

Esta circunstancia hizo que su local, ubicado como no podía ser de otra manera en la calle Factoría de Matagorda, fuera durante un gran tiempo un foco de atracción para una gran cantidad de trabajadores llegados desde diferentes puntos de la provincia: «Aquí venía gente de Medina, de Barbate y hasta de Sevilla, todos los que trabajaban en Matagorda», rememora el tesorero.

«Si estabas afiliado a un sindicato te asesoraban, pero no entraban en esta dinámica», explica Antonio Núñez, que establece en dicha circunstancia la génesis de este movimiento: «Ante esa orfandad se crea la asociación».

El mayor auge se produjo mientras la Renta se confeccionaba de manera individual, y no llegaba a casa ningún borrador: «Hace cinco o seis años hacíamos unas 400 declaraciones, y ahora sólo nos pide que se la hagamos quien tiene un lío», diferencia Gaviño.

Condiciones dispares

Las buenas condiciones que se han gozado desde la tercera promoción de prejubilados no siempre han estado ahí: «Nosotros cobramos una parte de entidades oficiales, y la otra es una indemnización diferida, desde que te vienes hasta los 65 años» comenta Antonio Núñez, integrante de la segunda tanda.

Esta situación transitoria se extiende en todos los casos por un máximo de diez años, los que van desde la prejubilación con 55 hasta que con 65 llega el momento de la jubilación efectiva.

La segunda promoción chocó con la desaparición del Fondo de Promoción de Empleo. «Y por eso tenemos que pagar unos planes de pensiones», explica Núñez.

No hubo opción., aquello vino dado por ley: «A nosotros nos garantizaron que se haría cargo una compañía y lo aceptamos, nos dijeron que Astilleros se podía venir abajo», recuerda Gaviño. «La ventaja la tuvieron los primeros, nosotros ninguna».