Déficit insostenible

El acelerado incremento del déficit público del Estado, que se ha quintuplicado en un año hasta situarse en el 6,79% del PIB, desborda peligrosamente los límites aconsejables para evitar que el deterioro de las cuentas públicas se cronifique, alejando tanto el reto de la estabilidad financiera como la recuperación económica. La notable caída en la recaudación fiscal, sumada al incremento del gasto para sufragar las medidas anticrisis y las prestaciones por desempleo, explican semejante desfase. Pero ello no exime de responsabilidad en la desajustada gestión de sus presupuestos a las administraciones central, autonómica y municipal, en un país que hace apenas dos años presumía de disponer de un superávit del 1,23%. De ahí que resulte ya ineludible la urgencia con la que el secretario de Estado de Hacienda llamó ayer a extender la austeridad y el recorte en el gasto público. Aunque lo complicado ya no es sólo lograr ese objetivo, sino tratar de modularlo con la suficiente pericia como para que el inexcusable reequilibrio fiscal no refrene la muy incipiente recuperación y sea posible prolongar estímulos sensibles como los confirmados para la industria del automóvil.