Tribuna

De levante o de poniente

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Ahora resulta que somos hijos del viento, supongo que por parte de padre. Me imagino que fuimos engendrados, no obstante en el vientre de la madre que a cada uno nos parió. Son suposiciones, espero que indubitadas. El presidente del gobierno se encarnó en Oso Erguido, Jefe Sioux de Dakota. Quizás los influjos de Obama hicieron que la última de sus cursilerías le traslada hasta el mismísimo Pine Ridge. Si estuviera gobernando George W. y conoce la historia algo más que la economía, hubiera tirado por la vía de las culturas mesopotámicas para endulzar su discurso danés. En donde confluyen el Tigris y el Eúfrate, los sumerios y los acadios transmitieron hace mucho años, que el universo apareció por primera vez cuando Nammu, un abismo sin forma se abrió a sí mismo y en un acto de auto procreación dio nacimiento a An, dios del cielo y a Ki, diosa de la Tierra, referidos comúnmente como Ninhursag. La unión de An y Ki produjo a Enlil, dios del viento, quien se convertiría durante algún tiempo en líder de los dioses.

Pero a nuestro presidente lo que le gusta de verdad no es el viento, es la brisa suave. Tampoco le gusta la mar gruesa, sólo el mediterráneo en estado de calma, como en el verano azul. No sabía que con el tiempo, Enlil también se convirtió en dios del clima y de las tormentas. Por eso hay que aprender a capear el temporal y sumerios y acadios tenían dioses para ello. Para trabajar, capear el temporal y seguir para adelante. Desde kabta, dios responsable de los picos, palas y moldes de ladrillos, pasando por Kishar, dios de la tierra, hasta Lahar, diosa del ganado. De esa forma las culturas antiguas se protegían de la adversidad trabajando y no sólo evocando a Ninlil, diosa del aire, con seguridad la preferida de nuestro insigne gobernante, dócil y llevadera, una bendición.

Los tiempos que corren no son producto ni del aire, ni del viento. Vivimos en medio de la tempestad. Si bien lo malo ha pasado, lo peor queda por llegar. El análisis de los datos macroeconómicos así lo hacen presagiar. Pero éstos hacen de nuestro país un viento molesto, una brisa poco apta para la navegación. Integramos el club de los PIGS (Portugal, Italy, Greek y Spain). Nos consideran como cerdos, porque entorpecemos la marcha económica de la Unión Europea y dificultamos de esa forma la consolidación del mercado común en el que aquella se fundamenta. O sea, pese a la fe de ZP en nuestra economía, éramos, supongo que cuando yo aún no tenía canas, candidatos a la champions league de la economía mundial. Desde luego la fe de éste señor rompe barreras, y eso que es agnóstico. La suerte con la que cuenta la izquierda, es que no tiene como referente a las personas individualmente consideradas, sino a las masas y eso predetermina sus mensajes sobre ella, en cuanto que a las personas hay que convencerlas individualmente, utilizando para ello como fundamento la razón, el raciocinio, y en resumidas cuentas, el sentido común. O lo que es lo mismo y en Derecho Común es un recurso frecuentemente utilizado, convencer de lo que una persona normal, en condiciones normales haría en alguna situación determinada o lo que el Código Civil establece al efecto, lo que un buen padre de familia haría ante una situación que le viene dada. Por eso aducía a la facilidad con la que la izquierda pretende convencer, porque convence a los colectivos directamente mediante mensajes publicitarios dirigidos al corazón, pero no a la razón. Cuando los españoles votemos con la cartera y no con el corazón, las elecciones serán otro cantar.

Por eso los sindicatos utilizaron días atrás el lema 'Que no se aprovechen de la crisis', lo que denotaba alevosía a la vez que era malévolo. Ello a diferencia del mensaje inculcado por Dahrendorf, que nos invita a aprovechar las oportunidades de la crisis, apoyándonos en la fuerza de la libertad. España está en crisis y hay que «aprovechar la situación» para que ésta termine. La recesión económica que padecemos es sólo parte de la crisis total en la que nos encontramos inmerso y que va más allá de la economía. Vivimos una crisis política y social sin precedentes y la economía ha sacado a la luz la incapacidad de los gobernantes para administrar adecuadamente el Estado y por ende a la sociedad. Tan es así, que los asesores de la Monclóa pretenden el pasar del modelo de mercado a la economía planificada y dirigida. El responsable de la Oficina Económico de Presidencia viene ahora a decirnos que hay que cambiar concepciones y valores.

Los cambios tienen que ser profundos ajuicio de éste insigne ugetista, y en lugar de sugerir los necesarios cambios estructurales por casi todos sugeridos, recomienda sustituir una política de acompañamiento del mercado como hasta ahora, por otra que dirija el desarrollo económico.

En plena época del telón de acero, las personas sometidas a tan atroz régimen, en lo político, social y económico, casi todos, con la excepción de los que se beneficiaban del mismo, lo que más añoraban era vivir en una economía normal y vivir con cierta dignidad. Es decir, su salvación era el sistema económico de los países prósperos. O lo que es lo mismo, la de los países occidentales. Es decir, una economía de mercado.

Pues bien, como los que nos gobiernan hablan del viento, pero ni son de Cádiz, ni son de Tarifa, no saben de viento. A lo mejor ZP aprende las bondades del viento en otras dos tardes y se considera capaz de mandar el buque insignia d la Armada española Juan Sebastián de Elcano. Con toda seguridad, no sabrá distinguir el poniente del levante y lo varará en una de las rotondas de San Fernando, y así lo convierte de paso en antiguo artefacto militar para ser visto desde la calma, la pasividad y la mirada desde quienes prefieren como todos, hacer el amor a hacer la guerra. El cielo es azul celeste, el agua del mar también, la energía se produce con el viento y éste como nos descuidemos nos lleva a hacer puñetas.