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CARA Y CRUZ

CO,MPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL Actualizado: Guardar
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Nunca pensé que en virtud del principio de la economía del lenguaje, íbamos a terminar por confundir el significado de las palabras y a considerar sinónimos términos que poco tienen que ver entre ellos.

Es el caso, ya lo saben, de los tan traídos y llevados «aconfesional» y «laico» que tan enfrentados tienen al Gobierno y la oposición de este país.

Cualquiera sabe -o eso pensaba yo- que un estado laico es aquel que no establece tratados de colaboración con ninguna confesión religiosa, como es caso de Francia, y que no enseña en las escuelas religión -no que quita crucifijos de las colegios, sino que ni siquiera se plantea ofertar la asignatura de religión dentro de los planes de estudio.

Frente a esto, el estado aconfesional se caracteriza porque no reconoce una religión oficial, aunque se firman tratados de cooperación con distintas comunidades de creyentes.

Es el caso de España, pues como recoge la Constitución de 1978: «Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones».

Pero aquí, que llevamos siglos confundiendo las churras con las meninas, nos quedamos con lo fácil, confundiendo un estado aconfesional con uno laico y pidiendo que se vayan retirando crucifijos de los colegios para evitar agresiones morales a los niños.

No son los crucifijos lo que tendrían que quitar si efectivamente quieren poner en práctica lo que teorizan.

Podrían empezar por quitar la religión de la oferta educativa o por quitar el concierto a los colegios religiosos. Así no habría dudas en la postura del gobierno.

Así lo que habría es un problema y de los gordos en la escolarización. Y eso no es tan políticamente correcto.