Un policía expresa su dolor por la muerte de un familiar. :: AP
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Al-Qaeda avanza su voto de terror en Irak

Cinco coches bomba matan a más de cien personas y dejan cuatrocientos heridos en la ofensiva más sangrienta desde el pasado octubre Responde con una cadena de atentados al anuncio de que las elecciones serán el 7 de marzo

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Las 10.25 horas. De repente, una explosión sobrecoge Bagdad y un gran hongo negro se eleva hasta el cielo desde el barrio de Al-Dora. Sin tiempo para reaccionar e intentar socorrer a los heridos, otros dos estallidos hacen temblar la tierra de nuevo. Cinco coches bomba sincronizados y en diferentes puntos sembraron de muerte la capital de un país que revive las escenas de los peores años de la posguerra. Más de cien muertos y hasta cuatrocientos heridos, según los medios locales, fue el sangriento resultado de la respuesta insurgente a la convocatoria de elecciones generales, cuya fecha final de celebración será el 7 de marzo, según anunció ayer el presidente, Yalal Talabani.

Los terroristas han cambiado de estrategia. Ahora apuestan por ataques más selectivos, potentes y mortíferos. Prima la espectacularidad y el número de víctimas, y por ello las acciones son menos frecuentes que en el pasado pero contra objetivos más complejos. Un control policial en Al-Dora, las inmediaciones de los ministerios de Trabajo, Interior y Economía, y un juzgado en Mansour fueron los blancos de la cadena de atentados con vehículos explosivos, el arma más efectiva en la lucha contra la estabilidad de Irak.

Sin necesidad de exponerse a ser interceptados, los kamikazes hicieron estallar sus cargas en las cercanías de los edificios gubernamentales a una hora en la que las calles bagdadíes están repletas de gente. Pese a que noviembre fue el de menos víctimas por la violencia desde la caída de Sadam Hussein -122 muertos, según datos del Ministerio de Salud-, en los últimos tres meses casi trescientas personas han perdido la vida sólo en la capital, el auténtico espejo de la seguridad.

Amenaza constante

Los avances en este campo no han podido mitigar el constante estado de amenaza bajo el que vive la población. Desde que el domingo el Parlamento diera el visto bueno definitivo a la nueva ley electoral que regirá los comicios para elegir la nueva Asamblea Nacional, los cuerpos de seguridad estaban en estado de máxima alerta por el riesgo de atentados. El lunes, ocho personas, seis de ellas niños, murieron en un ataque contra una escuela. Fue el preámbulo de la negra jornada de ayer, solamente superada en el mortífero ránking de 2009 por los ataques del 25 de octubre, que segaron 155 vidas.

«Las abyectas manos de quienes dirigieron los atentados de agosto y octubre son las mismas que han llevado a cabo los de hoy (por ayer)», declaró el portavoz del plan de seguridad de Bagdad, Qasem Ata Musavi, en el canal de televisión Al-Iraqiya. Una alusión directa a la organización Al-Qaeda y a los restos del partido Baas, la formación que lideraba Sadam y que durante más de veinte años gobernó el país con puño de hierro.

«Libramos una lucha feroz contra Al-Qaeda, que intenta teñir de negro los días de los iraquíes», añadió Ata, quien aseguró además que continúa la batalla contra los restos del Baas. «Estamos determinados a acabar con esta organización terrorista, que intenta minar el proceso político», manifestó. Una lucha que tras los atentados de agosto y octubre llevaron a Bagdad a acusar a Damasco de encubrir a cabecillas de la antigua formación de Sadam. Imputación que negaron con reiteración desde la vecina Siria y que desencadenó una fuerte crisis política en la región.

«Estos ataques son un duro golpe al primer ministro, Nuri al-Maliki, que juega la baza de la seguridad lograda en los últimos dieciocho meses como su principal argumento frente a los ciudadanos para ser reelegido», opinaba un diplomático europeo destacado en Bagdad. Y también sacuden el supuesto control logrado por las fuerzas americanas, lo que le llevó a anunciar a Washington la retirada total para finales de 2011. Estados Unidos mantiene 115.000 soldados en Irak, pero esta cifra deberá rebajarse a 50.000 el próximo año con la salida de las unidades de combate.