Una mujer mide el índice de azúcar de su marido en el domicilio familiar de Pensilvania. :: REUTERS
MUNDO

El proyecto de reforma sanitaria de EE UU se debilita

La urgencia por sacarla adelante pone en peligro la opción pública y la cobertura del aborto

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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La descafeinada versión de la reforma sanitaria que se negocia en la Cámara Alta de Estados Unidos amenaza con perder aún más fuerza. El senador Harry Reid quería cerrar ayer mismo las negociaciones, incluso si eso obliga a renunciar a la opción pública y votar una enmienda que supondría un retroceso para el derecho al aborto.

El demócrata de Nebraska Ben Nelson y el ultraconservador de Utah Orrin Hatch habían impulsado una modificación que impedirá a las compañías que cubran la interrupción del embarazo competir en la bolsa de seguros que creará la reforma sanitaria para los 46 millones de ciudadanos sin cobertura médica. Una medida que se asemeja a la que ya superó el examen de la Cámara de Representantes, donde los demócratas dijeron que sólo la habían apoyado para que el proyecto pasara al Senado.

Fondos públicos

La versión de la Cámara Alta garantiza que el aborto no se cubrirá con fondos públicos al obligar a las aseguradoras a contabilizar por separado las primas de quienes reciben subsidios del gobierno para pagar la póliza, que no podrán ser utilizadas para financiar las interrupciones de embarazo. Además, garantiza que en cada estado habrá un plan que ofrezca cobertura para el aborto y otro que no.

Nada de eso es suficiente para Nelson, los republicanos o la Iglesia católica, que amenazan con hacer descarrilar la reforma si no se aceptan sus demandas. Eran, sobre todo, las senadoras las que ayer les plantaban cara y decían tener los votos necesarios para detener el retroceso a los derechos reproductivos que propugnan. Si ganan, Nelson dice que no apoyará la reforma, con lo que los demócratas perderán un voto clave que necesitarán compensar con uno de los conservadores.

El otro órdago lo lanzaba el demócrata independiente Joe Lieberman, que rechaza votar cualquier reforma que contenga una opción pública. Para convencerle se barajaban dos alternativas. La primera, renunciar a la piedra filosofal del proyecto a cambio de crear una serie de aseguradoras sin ánimo de lucro, un modelo que ya existe sin que haya logrado reducir los costes.

Y la segunda, expandir los beneficios de Medicare (seguro público para jubilados) y Medicaid (para familias de muy bajos ingresos). No habría que esperar a los 65 años para suscribir la póliza de Medicare sino que se baraja reducirlos a 60 y se aumentaría el nivel que cubre Medicaid hasta el umbral de la pobreza. Todo dejaría a la inmensa mayoría de la población a merced de las compañías privadas, sobre todo a la clase media trabajadora.