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La CIA compró trucos a un mago para enseñárselos a sus agentes

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Antes de que la CIA inventase puros explosivos para matar a Fidel Castro, los grandes magos fascinaban a los servicios de inteligencia con las posibilidades que ofrecían sus talentos en la Guerra Fría. Uno de los más famosos del momento, John Mullholland, llegó a escribir para la CIA un manual clasificado que ahora ve la luz.

Los responsables de la agencia ordenaron en 1973 destruir todos los ejemplares del 'Manual Oficial de Trucos y Engaños de la CIA'. Sin embargo uno de ellos se salvó y ahora se reedita. «La magia y el espionaje son espíritus gemelos», afirma en el prólogo el ex director de la CIA John McLaughlin. «Las enseñanzas de Mullholland para deslizar pastillas, pociones y polvos son sólo un ejemplo de la investigación que se llevaba a cabo entonces».

Mullholland no era un científico, sino un mago que había aprendido sus trucos a fuerza de observar a la gente común y corriente, y ésa es la sabiduría que transmitió en su manual.

No más rápido

«En el momento en que el artista vea a un espectador coger un cigarro, un puro o una pipa, debe acercarse diligentemente a por la caja de cerillas que tenga en la chaqueta, rasgar una, aguantar el paquete y encenderla inmediatamente frente a él para ofrecerle fuego», escribió. Así habrá encontrado una cobertura física para lo que quiera introducir en la caja de cerillas, pero también psicológica, porque el espectador estará deslumbrado por la amabilidad de su gesto. Un simple alfiler o la uña bastarán para deslizar la cápsula sobre la copa.

«La mano no es más rápida que el ojo», advierte el mago que desnudó su magia a la CIA por 3.000 dólares -2.000 euros- de hace medio siglo. «Para que un truco sea bueno debe estar basado en una idea muy simple. Cuanto más relajados estén los músculos faciales y los ojos fuera de foco, mayor será el efecto. Hacer estas cosas a medias sólo demuestra falta de atención o desinterés», dijo.