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Obama revitaliza la cumbre del clima con un programa de reducción de gases

Acudirá a la conferencia de Copenhague con un modesto plan para recortar las emisiones un 17% El presidente, que hoy celebra Acción de Gracias, recibe a 339 invitados en la primera cena de Estado

NUEVA YORK NUEVA YORK Actualizado: Guardar
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Cuando más se especulaba sobre una cumbre mundial del cambio climático devaluada sin la presencia de Barack Obama y sin una contundente propuesta norteamericana de reducción de las emisiones de CO2 merced al corsé legislativo impuesto por el Senado de EE UU, el presidente estadounidense anunció ayer que sí acudirá finalmente a Copenhague y que su país ofrecerá reducir un 17% las emisiones en 2020.

A pesar de que el anuncio del Gobierno demócrata supone un avance, el compromiso de EE UU es relativamente modesto ya que utiliza como referencia las emisiones de 2005 y no las de 1990, una época en la que éstas eran mucho más elevadas. La propuesta de la Unión Europea es reducir sus emisiones un 20% si se comparan con los gases contabilizados en 1990. Con todo, Obama habla de una progresiva disminución en las próximas décadas: un 30% en 2025 y un 42% en 2030.

La posición negociadora del líder norteamericano en estas conversaciones se ha visto obstaculizada por el lento progreso de la ley sobre cambio climático en el Senado. En realidad, fue la Cámara de Representantes la que aprobó la ley que fija el objetivo de una reducción del 17% para 2020 sobre los niveles de 2005, mientras que la versión a debate en el Senado fija la meta del 20%.

La ONU ha dado rápidamente la bienvenida al anuncio de la presencia de Obama en Copenhague. «Es fundamental que el presidente de Estados Unidos asista a la cumbre», afirmó el jefe de la secretaría de Cambio Climático de la ONU, Yvo de Boer.

A pesar del restringido margen de negociación del inquilino de la Casa Blanca por la oposición del Congreso, el presidente ha decidido mojarse y estar presente en la sesión de apertura junto a decenas de jefes de Estado y de gobierno que ya aceptaron la invitación de Dinamarca. Al día siguiente de la inauguración -el 9 de diciembre- Obama se trasladara a Oslo para recibir el Premio Nobel de la Paz.

El mandatario norteamericano manifestó el pasado martes su confianza en que se alcance un acuerdo significativo en la cumbre gracias a los avances logrados por los grupos de trabajo en los últimos días. El mundo está «un paso más cerca de un resultado exitoso en Copenhague», declaró tras reunirse con el primer ministro de India, Manmohan Singh, en Washington. Ambos reafirmaron que «el acuerdo debería ser extenso y cubrir todos los temas en negociación».

«Acuerdo operativo»

En cualquier caso, el líder de EE UU es consciente de que las expectativas son demasiado altas e hizo un llamamiento para lograr un compromiso que funcione. «Es esencial que todos los países hagan lo que es necesario para alcanzar un fuerte acuerdo operativo que confronte la amenaza del cambio climático y que sirva de peldaño para un tratado legalmente vinculante». El anuncio de ayer, además, se espera que sirva como acicate para que otras potencias -especialmente China- hagan públicos sus objetivos y se reactive el combate contra el cambio climático.

Mientras, India y EE UU firmaron en Washington un tratado para el desarrollo conjunto de tecnologías que permiten una producción de energía menos contaminante. El documento «acelera el desarrollo y el despliegue de tecnologías de energía limpia, refuerza la cooperación en los campos de cambio climático, climatología y reducción de emisiones de gases de efecto invernadero», indicó Ian Kelly, portavoz del Departamento de Estado.

Barack y Michelle Obama han celebrado su primera cena de Estado desde su llegada a la Casa Blanca, ofrecida en honor del primer ministro indio, Manmohan Singh, con la presencia de artistas y personalidades de primera línea y un menú de lujo que incluía manjares asiáticos como unas gambas al curry verde. Y para una primera vez que se lanzaban a un evento de estas características, la pareja presidencial fue más que generosa en el número de invitados: nada menos que 339, lo que habla a las claras de un nuevo estilo en Washington a la hora de programas actos de esta naturaleza. Su predecesor, George Bush, era poco amigo de los eventos llenos de pompa y circunstancia y en sus ocho años de mandato apenas celebró seis cenas de Estado, ninguna de las cuales superó los 200 invitados.

Por contraste, el extrovertido Bill Clinton celebró 29 de estos agasajos a líderes internacionales, para los que invitaba a más de 700 personas en cada ocasión. El rey de las cenas de Estado, sin embargo, fue Ronald Reagan, que celebró más de una treintena de ellas, llenas de glamour y que todavía se recuerdan, como la ofrecida en honor de los Príncipes de Gales en la que un enfebrecido John Travolta sacó a bailar a la princesa Diana de Gales.

Entre los invitados figuraron personalidades de todas las áreas del país. Algunos de ellos fueron elegidos por su ascendencia india, como el gobernador de Luisiana, el republicano Bobby Jindal, la escritora Jhumpa Lahiri o el premio Nobel de Economía Amartya Sen.

Otros aportaron el glamour, como el cineasta Steven Spielberg, la actriz Jennifer Hudson, el músico de jazz Kurt Elling, el oscarizado intérprete de la película Slumdog Millionaire A. R. Rahman, los productores de Hollywood David Geffen y Jeffrey Katzenberg y las estrellas de televisión Katie Couric, Brian Williams y Sanjay Gupta, entre otros. Los comensales pudieron disfrutar de un menú diseñado especialmente para la ocasión, elaborado no sólo por el equipo de cocineros de la Casa Blanca, dirigido por Cristeta Comerford, sino también por el reconocido chef invitado Marcus Samuelsson, de Nueva York.

Y para seguir con otra tradición, Obama indultó ayer a Courage y Caroline, dos pavos que se salvarán de ser cocinados para la cena de Acción de Gracias, que millones de familias estadounidenses celebran hoy.