Editorial

Sueños verdes

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L as tensiones surgidas en el mercado energético español como consecuencia de la crisis económica que ha reducido drásticamente la demanda endureciendo la competencia entre los diferentes productores, han propiciado la afloración de las contradicciones que origina el impulso a las energías renovables fuertemente subvencionadas en detrimento de otros sectores, especialmente el gasístico. Registros tan espectaculares como el alcanzado coincidiendo con los fuertes vientos que soplaron sobre la península hace días, en que los molinos llegaron a atender el 53% de la demanda eléctrica, no pueden ocultar una realidad en la que pese a las millonarias subvenciones las fuentes verdes no alcanzar a atender más allá del 7´7% de las necesidades de energía final. Sin embargo, el desequilibrio del mercado y las primas a las renovables están incrementando la penalización a las tecnologías de ciclo combinado que utilizan el gas como combustible en tanto que, tras una extraordinaria apuesta por la energía fotovoltaica que en 2007 situó a España como primera potencia mundial, los frutos han resultado muy decepcionantes y gravosos. Las distorsiones del mercado y el alto coste del impulso a las energías limpias están revelando disfunciones en la elaboración de un programa energético coherente y plausible que debería estimular el uso de las fuentes limpias y nuestra contribución a la lucha contra el cambio climático, pero sin desconectarse de la evolución del conjunto de la economía nacional. Ese difícil equilibrio entre el máximo desarrollo de las energías verdes con un coste asumible por la economía nacional debería plasmarse en la futura ley de Eficiencia Energética para que no propicie la generación de una peligrosa burbuja verde. La aprobación por el consejo de Ministros el pasado viernes de los cupos y primas para los próximos tres años, renueva la apuesta del Ejecutivo por la eólica y la termosolar, ratificado por el presidente Zapatero en Pamplona, asociando con un optimismo que muchos analistas cuestionan la consecución de un modelo energético hacia energías renovables con la generación de empleo más estable. Pero, en términos de sostenibilidad, lo prioritario es garantizar el mantenimiento de los puestos de trabajo en los sectores eficientes; y más allá de los informes que ponen en cuestión la idoneidad de centrar los recursos en la renovables, la revisión de mapa energético español y la fijación del «mix energético» más conveniente constituye una tarea inaplazable. Para asegurar que los sueños verdes no acaban en espejismos es preciso acompasar el desarrollo de estas fuentes a la realidad económica, promover únicamente las fuentes más rentables controlando las subvenciones.