EL CHEQUEO

Tarjetas

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Los usuarios de tarjetas, tanto de crédito como de débito, debemos prepararnos este año para la cuesta de enero, pues su utilización puede acarrear un sobrecoste aproximado del uno por ciento. Esto hay que agradecérselo al artículo 24.3 de la nueva ley de Servicios de Pago aprobada recientemente en el Congreso y que entrará en vigor a principios del próximo año. Esta norma permitirá que los comerciantes puedan trasladar a sus clientes la comisión que a ellos les cobran los bancos, así como aplicar descuentos a los que paguen en efectivo, en detrimento de los que opten por el plástico. En estos tiempos de crisis económica y de contracción de la demanda, en los que se necesitan medidas para fomentar el consumo, resulta llamativa la aprobación de normas que pueden desincentivar el gasto y provocar, a su vez, una subida de los precios.

La comisión que los bancos cargan actualmente en España al pequeño comercio por el uso de tarjetas ronda el uno por ciento, más del doble que en otros países de la Unión Europea, pero muy inferior al 6 por ciento que se aplicaba hace unos años. Lo que nadie puede prever es la evolución de estas tarifas en el futuro. Existe una tendencia generalizada a incrementar los márgenes bancarios por la prestación de sus servicios. Así, los gastos por efectuar una transferencia nacional se han incrementado casi en un 5 por ciento entre enero y septiembre de este año. Hay un miedo razonable de que ese uno por ciento, que ahora puede parecer bajo, suba con el tiempo y se convierta en excesivo. Por otra parte, si los bancos aumentaran su comisión, por ejemplo hasta el dos por ciento, podrían permitirse el lujo de perder la mitad de sus clientes no sólo sin coste alguno sino con el ahorro añadido de reducir sus gastos de gestión al disminuir las transacciones.

Todos podemos recordar cómo hace unos años los vendedores de determinados comercios nos miraban con cara de asesinos cuando al disponernos a pagar sacábamos de la cartera una tarjeta en vez de dinero en efectivo, y ello a pesar de que en la puerta de sus comercios figuraba como reclamo la publicidad de dichas tarjetas. Frecuentemente muchas de esas operaciones electrónicas, sobre todo las de pequeño importe, se frustraban por supuestas averías del datafono, no dejándonos otra solución que el pago en metálico y el consiguiente mosqueo ante un posible engaño. También más de una vez, al solicitar un descuento, algunos comercios lo concedían si se abonaba el importe con dinero contante y sonante, aunque ello supusiera saltarse la ley, que hasta la nueva norma impedía el trato discriminatorio entre estas dos formas de pago.

Representantes de asociaciones de comerciantes, para tranquilizar a los consumidores, han prometido públicamente no aplicar esta subida de momento. No han logrado su objetivo; en primer lugar sus manifestaciones sugieren que estamos ante un simple aplazamiento, dejando la puerta abierta a su aplicación futura y en segundo lugar porque nunca podrán controlar la buena voluntad de todos sus asociados. La reacción de las organizaciones de consumidores no ha tardado en llegar. Nos proponen diversas medidas que van desde el abandono de las tarjetas hasta el boicot a los comercios que cobren esta comisión. ¿Sustituiremos también por papel el dinero de plástico?