el laberinto

Llega la navidad

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Aunque el tiempo no acompaña, la pasada semana empezó la cuenta atrás para la llegada de los festejos navideños. Ya tenemos Reyes Magos, y aprovecho la ocasión para felicitar a Melchor, a Gaspar y a Baltasar por su elección y para desearles un reinado lleno de momentos felices. Tengo que reconocer mi predilección por el Rey Negro (dicen que es el que trae más regalos, incluso a los que no se portan demasiado bien), y estoy segura que Fernando de Souza no me va a defraudar y ya está haciendo acopio de presentes y buenos deseos para que todos tengamos una feliz Navidad.

La verdad es que Sus Majestades no lo tienen fácil, así que tenemos que procurar ayudarles en la tarea. Por un lado está la competencia desleal. Fijénse en ese señor de rojo con una vestimenta nada acorde con el calor que hace, y que utiliza a un pobre reno para acaparar la atención sin que las protectoras de animales eleven ninguna protesta. A los camellos los cuidamos adecuadamente, e incluso los niños les dejan comida y bebida para que se recuperen del arduo trabajo.

De todas formas, tal como están las cosas, toda ayuda es poca. Así que para este año, y sin que sirva de precedente, deseamos que sus Majestades y Papá Noel lleguen a un acuerdo para aunar esfuerzos, porque la Navidad y la cuesta de enero se presentan duras. Quizás los Reyes tengan dificultades para lograr que no se pierdan más empleos, para recuperar los perdidos y para resolver las dificultades por las que están pasando muchas familias, pero seguro que, al menos, nos regalarán montañas de ilusión y cantidades ingentes de esperanza. Porque vamos a necesitar mucha magia para afrontar el nuevo año que se avecina. Además, durante esta Navidad, los Reyes de Oriente, e incluso también el señor de rojo, tendrán que hacer un esfuerzo especial y extra, ya que existe el riesgo de que sus trabajos se encuentren en la cuerda floja. Así que ellos mismos tendrán que esforzarse por justificar el mantenimiento de sus empleos. Al fin y al cabo, como todos sabemos, estamos en un estado laico en el que hacer ostentación de las tradiciones católicas puede herir la susceptibilidad de los no creyentes, o de los seguidores de otras religiones de gran raigambre en nuestro país. Por si acaso habrá que prepararse, no vaya a ser que el año que viene se suprima la Navidad y se deje en el paro a los Reyes, al señor de rojo, a los camellos y al reno.

Podría parecerles a ustedes que exagero, pero hará cosa de unos 7 u 8 años, las autoridades de un país del otro lado del Atlántico, muy ligado emocional y tradicionalmente a España, protestaron oficialmente por la organización de una Cabalgata de Reyes. Naturalmente, en ese país no se volvió a repetir un acto que atentaba contra la dignidad, la inteligencia, el espíritu de tolerancia y la salud democrática de los tiernos infantes. Y como ya nos hemos enterado que a los españoles en esos aspectos no se nos pone nadie por delante, seguro que antes o después a alguien se le ocurre tomar las medidas necesarias. Mientras ello no ocurra, disfruten por favor y en la medida de lo posible de esta Navidad.