Buque de guerra griego en el puerto de Victoria, capital de las Seychelles./ I. DOMÍNGUEZ
ESPAÑA

La Marina francesa se integrará en la 'operación Atalanta' en el Índico

Zarpan de Seychelles los

ENVIADO ESPECIAL. VICTORIA Actualizado: Guardar
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El secuestro del Alakrana, el atunero de Bermeo con ocho gallegos, siete vascos, un andaluz y 20 marineros de varios países, entra hoy en su décimo día sin noticias de su evolución. Con el barco fondeado ante las costas de Somalia, transcurre la espera mientras la negociación sigue adelante. Pero hay novedades en el cuadro del problema del Índico que pueden afectar a la posición del Gobierno español sobre el envío de soldados a los atuneros. Los militares franceses que protegen a los nueve pesqueros de la flota gala de las Seychelles se integrarán en breve en la operación Atalanta, el despliegue de la UE para luchar contra la piratería en la zona. Fuentes diplomáticas francesas confirmaron que el acuerdo se concretará «en los próximos días». Este cambio entra de lleno en el debate abierto en España, pues uno de los principales argumentos de Defensa para negar el envío de soldados a los atuneros españoles es que esta opción «no se contempla» entre las misiones de la operación Atalanta.

La presencia de los militares franceses en los pesqueros de Seychelles ha estado regulada por un convenio firmado entre el Gobierno y los armadores, mientras que el destacamento asentado en la isla para organizar los relevos ha sido negociado con las autoridades locales. Brindaron toda su colaboración porque la pesca es el principal negocio del país. Hasta ahora, esta unidad francesa en las Seychelles mantenía contactos y colaboraba con las tropas europeas de la operación Atalanta, pero desde ahora estarán plenamente en ella. El ministro de Defensa francés, Herve Morin, visitará personalmente la unidad de Seychelles el día 19.

La flota española también quería militares a bordo, pues sus colegas franceses faenan con tranquilidad. Los piratas les evitan y pueden penetrar en los mejores caladeros, dentro de la zona de riesgo. La flota española se queja de que se están llevando toda la pesca. No obstante, el Gobierno sólo ha dejado a las compañías la opción de la seguridad privada, pero con unas condiciones que consideran insuficientes para enfrentarse a los piratas, pues sólo permiten agentes de seguridad con un fusil. De momento, han decidido contratar ex militares de empresas privadas de élite para proteger a sus barcos con bandera de Seychelles. Son ocho de los 26 de la flota. A ellos no les atañe la ley española y el Gobierno de la isla lo ha autorizado. Ya han partido los tres primeros barcos, el viernes por la noche, con equipos de cuatro soldados de fortuna a bordo. Son el Intertuna 1, Intertuna 2 y Artza. El Demiku zarpará hoy y el Intertuna 3, el martes, pues aún está descargando. El Erroxape y el Xixili arribarán la semana que viene y el Txori Aundi, a final de mes. La protección es cada vez más urgente, pues el ataque de ayer a dos barcos franceses fue muy lejos de la zona de la operación Atalanta.

Envío de soldados

Otra de las razones esgrimidas por el Ejecutivo español contra el envío de soldados es la dificultad operativa y subraya que Francia cuenta con una base en Yibouti. No obstante, los militares destinados a proteger los atuneros galos proceden de las bases de Brest, Lorient, Tolón y Cherburgo. La diplomacia francesa considera que su operación no tiene una dificultad especial y que la principal era el coste, pero los propios armadores se ofrecieron a pagar parte de los gastos. Las compañías españolas también propusieron al Gobierno correr con el coste de los soldados, pero se mantuvo la negativa.

Los soldados de los atuneros franceses, que ayer intervinieron por primera vez para repeler un asalto de piratas, comenzaron su labor el pasado 1 de julio. El proceso para organizar el dispositivo llevó nueve meses desde que lo solicitaron los armadores en septiembre de 2008, a raíz de un intento de asalto a uno de los pesqueros, el Drennac. Precisamente es uno de los atacados ayer. La fuerte presión del lobby pesquero galo, muy organizado, fue decisiva en la puesta en marcha de la operación, señalan estas fuentes.