TRIBUNA

Un medio, no un fin

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Por fin una buena noticia procedente de los despachos oficiales: la Junta de Andalucía ha iniciado el procedimiento oportuno para inscribir como BIC los lugares donde transcurrieron los sucesos de enero de 1933 en Casas Viejas. Además de incluir, aunque sea provisionalmente, otros elementos muebles como grabaciones, periódicos y fotografías. Un segundo motivo, por su novedad, para estar satisfechos.

Esperemos que la iniciativa, un medio, produzca mejores resultados, el fin, que otras promesas que se realizaron con motivo del lamentable asunto del hotel Libertaria hace casi cuatro años. Por ejemplo la creación de la Fundación Casas Viejas 1933, cuya página web dejó de existir hace meses y sus actuaciones son más que discretas, o el interés real por terminar con la vergüenza que supone que continúe desaparecido el cadáver de una de sus más conocidas protagonistas: María Silva Cruz, Libertaria.

La noticia es buena no sólo por lo que significa para la salud mental de una sociedad todavía demasiado dependiente de cuarenta años de dictadura y treinta de democracia amnésica, sino también por lo que supone de precedente para otras iniciativas. Pienso, por ejemplo, en el campo de trabajo de Los Merinales en Dos Hermanas, centro de uno de los casos más espectaculares de lo que se llama trabajo esclavo durante el franquismo: la construcción del Canal del Bajo Guadalquivir, el Canal de los Presos.

El texto publicado en el BOJA del pasado viernes 21 de agosto merece un análisis detenido. De momento, decir que tiene uno la esperanza de que, en base al punto quinto, el Ayuntamiento de Benalup-Casas Viejas detenga inmediatamente las obras que, desde hace meses, viene efectuando en la parte del solar de la choza de Seisdedos protegido que lo están modificando hasta el punto de dejarlo irreconocible como lugar de memoria. Pero sobre todo tengo la esperanza de que este tipo de actuaciones sean un paso para incorporar al imaginario colectivo actual acontecimientos que se han buscado más olvidar y ocultar que conocer y analizar. Tal como no es de recibo que en una democracia sigan existiendo los puntos negros de los miles de desaparecidos físicos y jurídicos, tampoco lo es que se le siga hurtando a los ciudadanos conocer e interpretar libremente su historia. Una administración que se considera al menos demócrata tiene que facilitar los medios para que así sea.

Demasiadas son las ocasiones en las que nos hemos visto defraudados. En muchas se han mezclados intereses públicos con privados y de partido. En otras tantas ha funcionado el sectarismo más zafio. Que el conocimiento hace libre lo sabemos bien, que los protagonistas principales deben ser los directamente afectados también. Desde la información y la libertad. Ambas no han estado sobradas en Casas Viejas, antes y ahora. Pero nunca es tarde. Quizás un acontecimiento como éste pueda servir de hito para aunar voluntades, para dar mayor protagonismo a las iniciativas nacidas desde el pueblo, vengan de donde vengan, para que la Fundación sea realmente pública y para encontrar a La Libertaria. En resumen para afrontar el reto de mejorar nuestra sociedad.

Es posible que sea un deseo tan poco realista como el que movió a los vecinos de Casas Viejas esa madrugada invernal de 1933. Pero ya se sabe que, aunque no esté de moda salvo para lo que interesa, hay que ser realista, hay que pedir lo imposible. En cualquier caso, enhorabuena porque la iniciativa de hace cuatro años de la Asociación de Abogados Progresistas, recogida y apoyada por organizaciones como la CGT, la CNT y numerosos intelectuales que firmaron en su momento un manifiesto, camine hacia su efectiva realización y se convierta en punto de partida de nuevas iniciativas. Por ejemplo para una mayor transparencia respecto a la compra del solar y las ya citadas obras. Una vez más espero que los deseos terminen por realizarse y no se queden a medio camino. Sería otra oportunidad perdida.