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«Éste ha sido uno de los argumentos que se expusieron para obtener el tercer fiscal»

Un informe solicitado por la delegada antidroga Ana Villagómez advierte del aumento de la violencia entre clanes de Jerez

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A finales del año pasado, la Fiscalía de Cádiz se ponía manos a la obra para convencer a sus superiores de la necesidad acuciante de ampliar en un delegado más el número de fiscales antidroga de la provincia. El reto no era fácil puesto que ya contaba con dos (en Cádiz y el Campo de Gibraltar) y la cifra ansiada es única en todo el país. En marzo llegaba la respuesta afirmativa del Congreso de los Diputados. Una de las claves para obtener el refuerzo estuvo en un informe elaborado por la Guardia Civil en el que se alertaba del aumento de la violencia entre narcotraficantes asentados en la ciudad de Jerez. Y será en esta zona donde comience a trabajar a partir de enero el nuevo delegado de la Fiscalía Antidroga, con competencia también en la Costa Noroeste y la Sierra de Cádiz.

«Uno de los argumentos que se exponía en el informe es que se había detectado a delincuentes a sueldo, que se dedican a cometer secuestro con el fin de cobrar deudas que reclaman narcotraficantes», explica la fiscal Ana Villagómez. Son sicarios especializados en mandar recados contundentes y que se amparan en unos hechos que rara vez se denuncian.

En la ciudad jerezana, centro neurálgico de la distribución de cocaína en la provincia, se han ido asentado en los últimos tiempos narcos colombianos, conectados a los principales cárteles de la coca, que luchan por hacerse un hueco en un negocio controlado tradicionalmente por familias de etnia gitana. «Los conflictos se deben normalmente al impago de la mercancía o a que la roban», comenta Villagómez. Históricos del narcotráfico de la provincia son conocidos entre los investigadores por haber engañado a sus suministradores con falsas operaciones policiales o con accidentes en el mar para alegar la pérdida de un alijo, que en realidad se lo apropiaban. Sin embargo, distintas fuentes policiales y judiciales consultadas por este medio achacan este aumento de episodios violentos a una saturación en el mercado. El negocio atrae a cada vez más personas, que compiten por un trozo del pastel de los beneficios.

La fiscal antidroga reconoce la dificultad de perseguir estos delitos, que suelen descubrirse principalmente a través de los seguimientos que hacen los investigadores a las bandas. Y concluye que esto no es más que un síntoma del auge que sigue experimentando el tráfico de drogas en esta provincia.