MásCÁDIZ | 1976

Doce detenidos por la amnistía en San Felipe Neri

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A quel mes de julio los gaditanos desafiaban a las altas temperaturas con algún que otro chapuzón en las playas de la ciudad. Ese verano Santa María del Mar fue declarada playa peligrosa colocándose la bandera amarilla. Meses antes, en junio, un joven de 14 años se ahogó mientras se bañaba con un flotador en la zona. Se presentó una denuncia en el Juzgado por falta de servicios asistenciales ya que el botiquín estaba cerrado y sin personal.

Otro de los sucesos que conmocionaron a la ciudadanía fue la detención de doce personas en un acto a favor de la amnistía celebrado en el colegio San Felipe Neri. La Policía suspendió por orden gubernativa la reunión pública. Más de 1.500 personas con pancartas y banderas acudieron al centro, donde se recitó un poema de Alberti y se habló de Dolores Ibarruri, La Pasionaria. Poco después, se anunció la suspensión, la Policía pidió que se desalojara el recinto y se produjeron las detenciones.

Aquel mes de julio, tras la dimisión de Arias Navarro, el Rey Don Juan Carlos designó a un joven Adolfo Suárez para convertirse en el nuevo presidente del Gobierno y acelerar así la reforma política, cuya ley se aprobaría finalmente en el referéndum de diciembre de aquel año. En Cádiz las grandes poblaciones tuvieron alta participación, más que la media nacional.

Ese año Cádiz perdió también su preciada plaza de toros, inaugurada en 1929. El solar del coso sería destinado a zona verde, un espacio imprescindible para el esparcimiento de Extramuros.

En el terrero deportivo, la XXII edición del Trofeo Carranza se desarrolló sin brillantez y con poco público. Para llenar los asientos vacíos en la final, se abrieron las puertas del estadio. Ese año, el Atlético de Madrid le ganó al Athletic de Bilbao por un gol a cero.

En julio de 1976, un jovencísimo Germán Garbarino disfrutaba de una tarde familiar en la playa de la Caleta, junto a las rocas del camino del Castillo de San Sebastián. Allí estaba, con tan sólo un añito de edad, «preparado para tomar la merienda con mi babero», recuerda con alegría el gerente de la Casa del Obispo.