Tras el Campeonato Europeo de Natación el pabellón volvió a la rutina otoñal./ NURIA REINA
CÁDIZ

Todos al agua, no a los vestuarios

Las piscinas del Ciudad de Cádiz reanudan su actividad después del mes de parón. El lavado de cara de las instalaciones, insuficiente para los nadadores

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No es un colegio, ni una gran empresa, pero el Pabellón Deportivo Ciudad de Cádiz parecía ayer uno de estos centros. Por su ambiente, por la dura vuelta al trabajo y por las ilusiones y nervios del estreno. Después de un mes de parón obligado, las instalaciones volvían a ser escenario de chapoteos, brazadas, ejercicios y cronómetros.

El cese de la actividad durante septiembre a causa de la celebración del Campeonato Europeo de Natación ha servido también para adecentar el mobiliario y cambiar el agua de los cubos. Pero, como suele ocurrir en estos casos, la puesta a punto no ha llegado del todo a la jornada inaugural y a falta de remendar todos los flecos, las quejas de los usuarios han vuelto a salir a flote. Asimismo, como es habitual, la mayoría de las reivindicaciones estuvieron acompañadas de la resignación y el voto de confianza. El estado de los vestuarios y la falta de organización no es lo que más preocupaba a los usuarios en el primer día de curso oficial.

Ayer se reanudaban casi la totalidad de los programas que se vienen desarrollando en las piscinas del Ciudad de Cádiz y que se celebran desde octubre a junio. El uso libre de las instalaciones acuáticas también volvía a la rutina después de un mes de cierre. Por esta razón, sobre todo para los usuarios más pequeños, la principal inquietud fue cómo acceder a la piscina, dónde ponerse el bañador y conocer a sus monitores.

A David Sánchez, uno de ellos, la timidez le duró lo que tardó en zambullirse en el cubo principal. A los nadadores benjamines mucho menos. En sus burbujas -las gradas estaban llenas de madres preocupadas por el estreno de sus retoños- practicaron sus primeros buceos ajenos al ajetreo.

Marea de personas

Y es que, sobre todo por la tarde, el pabellón se convirtió en una marea de personas. El caos se vio acrecentado por un error en el servidor informático que controla el acceso a la instalación. Pero esa falla no es nueva. Algunos usuarios se quejaron de la falta de los carnés, -por ahora vale con mostrar la factura de matriculación-, y de la ineficacia del sistema.

Otros, como Magdalena Gutiérrez, que participaba en la actividad de natación preventiva, mostró su malestar por la falta de cuidado de los vestuarios. «No creo que tenga la culpa ningún responsable. Esto ocurre por la poca educación de los propios usuarios», subrayó.

Para Ángel Benavides, coordinador de monitores de las escuelas de natación, el desconcierto y el estrés no era ninguna novedad. «Estos días todo el mundo se está adaptando a las actividades, se realizan las pruebas de nivel y se ubica a cada alumno en función de su edad y capacidad. Cuando pase el tiempo todo irá rodado», destacó. Joaquín Sánchez, de 64 años, se mostró encantado con la vuelta. «Entiendo que haya que parar para arreglar las piscinas. Es mi segundo año, estoy muy contento», dijo.