El Trofeo Carranzaya no interesa

Escribí hace justo una semana que el Trofeo Carranza estaba -está- de capa caída, en contra de la opinión de la mayoría que insistía -insiste- en que seguía siendo el Trofeo de los trofeos. Gente de fe. Los años de gloria del torneo han pasado a mejor vida, y ni los carteles tienen ya el gancho de equipos estrellas. Y donde no hay pasión sobre la cancha, salvo con el Cádiz que, como equipo local -escribía-, podía llevar público. Pero tampoco en esta edición ni con el Submarino Amarillo se ha logrado reventar la taquilla. Al contrario, ha dado pena, tristeza y desazón ver tanto graderío vacío. La actual fórmula del torneo gaditano se ha quedado obsoleta y no interesa a nadie, o a un puñado de nostálgicos, y menos si es totalmente televisado. La desolación en la grada ha sido toda una imagen; los presumibles ingresos por taquilla se han quedado en casi nada y el fútbol, como espectáculo, necesita la pasión de la grada. Se motiva el aficionado por puro contagio de los vecinos de la localidad y se crece el futbolista. Ya me dirán qué motivación puede insuflársele a los peloteros desde el sofá del salón porque la televisión le ofrece mucha calidad, detalles que se le escaparían en directo, además de ahorrarse tener que acudir al campo con la preocupación de encontrar donde aparcar el coche. La consecuencia lógica es replantearse las futuras ediciones aplicando otra fórmula: ora que se juegue a partido único, ora un triangular, pues en ambos casos se despacha el torneo en una sola jornada. Lo que no puede permitirse es que con la vieja fórmula el torneo pierda interés y dinero, resulte ruinoso para las arcas municipales. Quizás el Trofeo ya no tenga razón de ser, salvo para aquellos que ven en este evento la oportunidad de irse a la playa y con las estrellas y la luna como testigos montarse unas barbacoas que dejan la arena hecha una porquería, dicho sea de paso.