Más de 2.000 atletas a la sombra de Usain Bolt

Obligados a compartir el cono de sombra que proyecta el nuevo astro rey del atletismo, Usain Bolt, un contingente récord de 2.101 atletas (1.154 hombres y 947 mujeres) competirán del 15 al 23 de agosto en los 12 campeonatos del mundo sobre el remodelado estadio Olímpico de Berlín donde Jesse Owens construyó su leyenda.

El recinto berlinés, cuyo interior fue completamente renovado para el Mundial de fútbol del 2006, conserva, sin embargo, el entorno histórico del estadio que albergó los Juegos Olímpicos de 1936 bajo el régimen de Hitler y remite, inevitablemente, a la gesta de Owens, ganador de cuatro medallas de oro en aquellos Juegos (100, 200, longitud y 4x100).

Setenta y tres años después, otro atleta de raza negra, el jamaicano Usain Bolt, se dispone a revalidar ante el mundo su condición de gran estrella del atletismo, adquirida hace un año en los Juegos de Pekín al conquistar los títulos de 100, 200 y 4x100 metros con el aderezo de sendos récords mundiales.

El enorme tirón mediático del jamaicano ha devuelto al segundo plano a atletas que hasta hace un año ocupaban las primeras páginas del deporte, como la rusa Yelena Isinbáyeva o el etíope Kenenisa Bekele. En Berlín tendrán que hacer algo muy gordo, batir un récord mundial, por lo menos, para ganar espacio en las crónicas.

Por si no bastara la mera presencia de Bolt para concentrar el foco de atención en las tres pruebas que se propone disputar (100, 200 y 4x100 metros), la resurrección del estadounidense Tyson Gay, que compitió en inferioridad física en Pekín, confiere a su enfrentamiento con el jamaicano el carácter de gran duelo de los Mundiales, la madre de todos los duelos.

El domingo día 2, a las 21.35, los ojos de medio mundo estarán pendientes de la final masculina de 100 metros, en la que Bolt y Gay, si las lesiones no lo impiden, se jugarán el título más prestigioso de los campeonatos, el honor de ser considerado el ser humano más rápido del planeta.

Recuperado de la lesión que cercenó sus posibilidades en los Juegos de Pekín, donde no alcanzó, siquiera, la final, Tyson Gay se presenta en Berlín con las mejores marcas del año tanto en 100 (9.77) como en 200 (19.58). En la primera distancia con dos centésimas de ventaja sobre Bolt, en la segunda con una sola, y en ambos casos con viento a favor -aunque legal-, mientras que el jamaicano logró sus registros con el aire en contra.

Los pronósticos, sin embargo, contradicen al ránking y se inclinan mayoritariamente por Bolt, que comenzó la temporada con algún retraso debido al accidente de coche de abril pasado y además ha hecho sus grandes marcas en condiciones meteorológicas difíciles.

Fuera del gran duelo Bolt-Gay los campeonatos del mundo de Berlín ofrecerán la oportunidad del desquite a grandes campeones destronados en Pekín, como Jeremy Wariner, Bernard Lagat, Janeth Kipkosgei y Blanka Vlasic, y nuevas ocasiones de gloria a indiscutibles números uno como Isinbáyeva, Bekele o Tirunesh Dibaba.

Para Estados Unidos el objetivo primordial es recuperar la hegemonía mundial en el sector de velocidad, o al menos reducir las dimensiones de la derrota que sufrió en los Juegos de Pekín. Por primera vez desde Montreal'76 Estados Unidos no ganó una sola medalla individual en los esprint. Todas fueron para Jamaica: Bolt ganó en 100 y 200, y en mujeres Shelly-Ann Fraser venció en 100 y Veronica Campbell en 200.

La prueba masculina de longitud tendrá un sabor especial en el Olímpico. El recuerdo del bello combate del 36 entre Jesse Owens y el alemán Luz Long estará presente el sábado 22. La lucha, esta vez, podría estar entre otro estadounidense Dwight Phillips, dos veces campeón mundial, y otro germano, éste un advenedizo, Sebastian Bayer, campeón de Europa en sala, pero nadie duda de que el defensor del título -y campeón olímpico-, el panameño Irving Saladino, querrá tomar la palabra.

Berlín llevará a la práctica la consigna de sacar el atletismo a la calle, recomendada por los expertos para mejorar su promoción. El maratón y las pruebas de marcha no empezarán ni acabarán en el estadio, como es habitual. Lo harán en el corazón de la ciudad, junto a la puerta de Brandemburgo.