LA CUARTO DE PALABRAS

El imaginario colectivo

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Se me había corrido el plástico (de presionar, esa faena es mía, soy, en el buen sentido de la palabra, moderno) y el otro día compré un palo de fregona. Una virguería. De diseño. Bueno, del chino, pero quiero decir, bonito a rabiar: sus colores, sus dibujitos. Cómo sería que me dio el punto y salí del chino en plan majoret, hecho que llevó a mi señora a iniciar una conversación, «¿Qué haces, eres tonto?» Paro aquí la moviola para dar sentido al buen sentido de la palabra moderno: a veces uso conceptos que ni yo mismo los entiendo, «Esto está en mi imaginario colectivo», «Estará, pero lo de tonto es tuyo sólo». Terminamos pronto la conversación (a decir verdad, carecía de profundidad), pero me dio que pensar. Realmente, lo que está en mi imaginario no es el bastoncito dando vueltas, sino las cachas de las majorettes. Aquello marcó un hito en su día (el Batallón Infantil no ponía al personal), pero a estas alturas hace que se tambalee el sentido del buen sentido de mi modernez, y en un doble sentido. Por una parte, aquel pensamiento de mi imaginario atentaba al raciocinio, desdeñaba la mona de Darwin y se inclinaba hacia Eva en pelota picada y pecando con la manzana (no hay cosa menos moderna que el pecado) Y por otra, el buen sentido de la palabra moderno entraba en conflicto con las cachas; de todo punto: políticamente incorrecto (concepto, moderno también, que aplico al buen sentido pero que tampoco llego a digerir). Pero bueno, llegado aquí, lo que quiero decir es que tengo el colesterol alto ¿qué hago, me paro en El Chato y vuelvo?, ¿salgo por la carretera?, ¿me despojo de mi bañador en aquella parte de Cortadura?, ¿sería atinado?, ¿atinaré a no cargarme el plástico de la fregona nueva por una presión desmedida cuando vuelva de andar (por prescripción médica)? La leche que yo mamé, sabe Dios si es peor lo del tabaco o lo del imaginario colectivo...