CALLE PORVERA

Te echo de menos Georgie

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Y no es que me esté volviendo mayor, aclaro. Pero es que no me entra en la cabeza que no exista la canción del verano, eso que nos acompañaba cuando cogíamos la carretera bien temprano en pleno verano, en coches de lata que no conocían nada de aire acondicionado o climatizador y carreteras que se reirían de los actuales embotellamientos.

Eran tiempos del auténtico dominguero, y no había dominguero sin la llamada canción del verano sonando sin parar en el dial. Se acabó todo aquello. Se acabó el pasar calor en un coche de puro hierro, el no poder adelantar en las carreteras y el llegar hasta las cejas de arena. Se acabó todo menos el calor, ya que la canción del verano murió.

No es que sea un carca, pero lo que suena a día de hoy en las incontables emisoras musicales no le llega ni a la suela del zapato a los himnos generacionales que hemos mamado desde chiquititos. Creo que fue King África quien terminó de hundir el concepto, y no es que la matara con su Bomba, sino que la canción en sí apostó por el suicidio. E hizo bien, porque se ahorró años de sufrimiento con Las Ketchup y demás bodrios veraniegos que duran lo mismo que un ligue de playa, es decir, .

No voy a tirar por lo fácil, pero los chiringuitos ya no respiran el mismo aroma que antaño. Fíjense que hasta echo de menos a Georgie Dann y su frondosa melena zaína. Su chiringuito y demás hits del verano que ahora han sido sustituidos por meros singles de artistas que tendremos hasta en la sopa durante todo el año. Y es que antes no era así. Antes ellos tenían su orgullo y eran sinceros. Para que quede claro, una canción del verano ha de durar estos tres meses de asueto. Sólo nos pueden acompañar en el trayecto a la playa, nunca bajo un paraguas.