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No se debe interrumpir el diálogo ni siquiera cuando se establece entre sordos. La conversación ha sido considerada como una de las bellas artes, del mismo modo que la amistad se incluye entre las ciencias exactas, pero exige que los interlocutores sean algo artistas y bastante amigos. No es el caso de los señores Zapatero y Díaz Ferrán que deben suplir estas carencias con el sosiego que requiere su ardua negociación. Es muy meritorio repartir bien lo que no se tiene, pero ya dice el refrán que mejor se gana el cielo con prestar paciencia que con prestar dinero.

El presidente del Gobierno acusa a la CEOE de querer recortar derechos de los trabajadores, precisamente cuando el paro bate su plusmarca, y Díaz Ferrán afirma que el que lo ha destrozado es el presidente, pero lo cierto es que han dejado intransitable el pavimento, que se queda lleno de cristales y nadie puede dar un paso para salir de la crisis. ¿Nos tendremos que quedar en ella hasta que haya «un debate serio» sobre la reforma social?, ¿es que los que ha habido hasta ahora eran de broma? Con las cosas de comer no se juega. Superamos ya los cuatro millones de desempleados y en muchos hogares españoles no entra un euro. Están a la espera de que entren esos 420 mensuales que se les prometieron a los parados sin renta.

Deben volver a sentarse a la mesa a consumir agua mineral, que ayuda mucho a tragarse los mutuos sapos. Donde no hay marineros no puede mandar patrón, pero ahora se trata de que no se hunda el barco. La CEOE asegura que no ha propuesto el despido libre y Zapatero dice que reducir en seis puntos las cuotas generaría un déficit de 12.000 millones. Hay que defender el pan de nuestros nietos. Nuestros hijos ya se han acostumbrado a ser españoles.