LOS EFECTOS DE LA CRISIS

El regateo se impone en los talleres

El sector alerta de que las revisiones se hacen «cuando ya no hay más remedio» y los usuarios de Cádiz eligen qué partes reparar para evitar grandes desembolsos

CÁDIZ Actualizado: Guardar
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Llegan las vacaciones y el objetivo es desconectar de la rutina. El coche se convierte en un elemento esencial para poder viajar y alejarse de las tareas cotidianas, pero para hacer trayectos largos es necesario poner el vehículo a punto, de modo que no haya ningún lamento después en carretera. Surge, por tanto, otra disyuntiva, el llevarlo al taller para pasar una revisión. Ésta es la razón de que actualmente los talleres de reparación hayan experimentado un pequeño incremento en la carga de trabajo desde principios de año, aunque, según se apunta desde el sector, se trata de una recuperación engañosa ya que es un pico que se repite todos los años por estas fechas.

El problema es que en esta ocasión la perspectiva no es tan positiva como en años anteriores. Aunque se mantiene una carga de trabajo aceptable, se siguen notando los efectos de la crisis económica, especialmente en la actitud de los clientes, que son muchos más reacios a cambiar cualquier pieza del vehículo a menos que no le permita continuar circulando.

Por ello, los conductores intentan retrasar el tener que pasar por las manos de un mecánico a menos que el coche comience a dejarles tirados, incluso llegan con piezas en el maletero que han ido quitando. Una repercusión que se traslada a las revisiones, que se dejan para el último momento y siempre que sea indispensable. Y es que, son muchos los profesionales que se han dado cuenta de que los clientes prefieren arriesgarse a cambiar el aceite y hacer las comprobaciones ellos mismos a tener que realizar un desembolso en el taller.

Es por ello, que en algunos casos los negocios de reparaciones se han visto obligados a realizar ofertas atractivas para intentar captar un número mayor de usuarios. Actualmente, una revisión completa se puede encontrar por una tarifa que ronda entre los 80 y los 120 euros. A pesar de ello, los conductores continúan exigiendo lo mínimo. La intención del consumidor es bastante clara y pasa por intentar ahorrar en la medida que sea posible y si no hay más remedio que cambiar una pieza, entonces hay que buscar la forma de economizar el gasto.

Un ejemplo claro se observa en las ruedas. Aunque hace años que la venta de neumáticos de segunda mano se había perdido, en los últimos meses los negocios han notado una recuperación importante. «Hacía mucho tiempo que las personas venían exigiendo los neumáticos de marca y llama la atención como ahora preguntan por los que están usados pero no se encuentran en malas condiciones. También se está dando mucho aquel cliente que quiere que se le cambie sólo el par de ruedas de delante y sobre todo se declinan por marcas más baratas antes que las conocidas por su calidad y prestigio», argumenta Jesús Díaz, encargado de los talleres El Vaca.

Ha surgido un nuevo perfil de cliente más selectivo a la hora de acercarse a un taller teniendo como referencia el presupuesto. «Ahora comparan mucho más que antes y te cansas de hacer presupuestos y si lo aceptan, debe ser un presupuesto cerrado, porque si te sales del mismo va a ser muy complicado convencerlo para que pague. Si son 100 euros hay que tratar que no sean 120 euros y si es posible que se reduzca a 98 euros», expone José Acosta de los talleres Acosta-Mora.

Hasta las piezas

Y es que, el regateo ha vuelto a convertirse en una práctica habitual, aunque en este caso no se busca tanto el ahorro del dinero como la discusión por ver qué piezas son más necesarias para los vehículos. Tal y como señala Jesús Ariza de los talleres R. Guerrero: «la gente lo que hace es quitarte arreglos del presupuesto. Una de las primeras cosas que quieren saber hoy en día es con qué pueden prescindir sin que el coche les deje tirado. Es muy curioso, porque ya no se trata sólo de retrasar lo máximo posible el traer un coche al taller, sino que se busca ahorrar lo máximo hasta que el problema les impide seguir circulando».

«La cosa está a medio gas. Se ha notado una disminución de trabajo porque la gente no quiere gastar tanto y los que vienen lo hacen con la intención de guardarse en los bolsillos cuanto más mejor. Siempre doy el presupuesto por adelantado para evitar cualquier tipo de problemas. Lo hablo con el cliente y si está de acuerdo pues le meto mano al coche y, si no, pues a otra cosa», afirma Domingo de la Herrán, de talleres Domingo Cádiz.

También comienza a ser habitual el retraso en los pagos, en esta ocasión la urgencia no es tan importante como que el coche se entregue en una fecha en la que se cuente con el dinero. La primera semana del mes se ha convertido en la más demandada para que los vehículos estén listos, sobre todo si se trata de una reparación que requiere un gran desembolso de dinero.

«Ahora con las revisiones son muchos los que preguntan hasta dónde puedo llegar sin cambiar tal pieza. Se trata de ajustarse a un presupuesto fijo sobre el gasto de la reparación del vehículo. O al menos lo que intentan es retrasar el tener que venir a arreglarlo. Son muchos los que vienen pidiendo un apaño para que el coche pueda tirar unos meses más, pero en 30 años se ha avanzado mucho y esto no es como antes, que con una cuerda y un alambre podrías solventar temporalmente algún que otro problema del coche. Ahora tiene mucho peso la electrónica, hasta el punto de que ni yo mismo llevo una caja de herramientas en mi coche porque si se queda parado no hay forma de hacer que arranque sin mirarlo en profundidad y seguro que hace falta pedir una pieza. Por eso proliferan tanto los negocios de las grúas», asegura Jaime Iglesias, responsable de los talleres Maji.

Desde el sector se afirma que aunque la crisis aprieta no se han registrado descensos de trabajo tan acuciantes como en otras actividades. Pero, no por ello están tranquilos, ni siquiera por esta subida en la carga de clientes, ya que anuncian que es engañosa y prefieren esperar a que pase el verano para comenzar a analizar si se está viviendo una recuperación o resulta algo transitorio, tal y como ha ocurrido en otros años con la llegada de las vacaciones.

La tarifa de la mano de obra por hora suele oscilar entre los 30 y 40 euros, unos precios que se están intentado mantener para no perder más con la crisis. Entre las averías más comunes se encuentran aquellas que están relacionadas con la caja de cambios, el embrague, los frenos, la batería o el arranque. Todas aquellas que impiden al coche circular.

Lo último la carrocería

Lo que más se retrasa a la hora de arreglar un vehículo es todo aquello que tiene que ver con la carrocería. De hecho, muchos talleres de chapa y pintura subsisten por los convenios que tienen con diferentes aseguradoras, ya que afirman que hoy en día es muy complicado que un particular acuda para hacer un arreglo personal en este sentido.

José Morillo, del taller Morillo Baena, es tajante al asegurar que «cuesta trabajo salir de la crisis porque la gente intente reducir sus gastos y la carrocería entra en aquellas cosas con las que el coche puede seguir tirando. Normalmente, vienen por las aseguradoras y es que el interés por el mantenimiento del coche ha bajado a pesar de ser algo imprescindible para cualquier ciudadano».

Pintar todo un vehículo puede costar, según el modelo y el tipo de pintura, entre los 1.200 y los 2.000 euros, unas cantidades difíciles de asumir en estos tiempos, por lo que los clientes prefieren aguantar con una abolladura antes de invertir en su arreglo.

La crisis ha cambiado la tendencia de los clientes a la hora de acudir a un taller. Quieren solucionar el problema específico que les ha llevado hasta el mecánico y ajustarse a un presupuesto austero. Ya no prima la calidad de la pieza o del servicio, lo que se busca es un precio económico, incluso en las revisiones antes de partir de vacaciones. Se solicita lo mínimo para llegar al destino y poder volver sin problemas. La crisis manda.

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