la trinchera

A por cacas

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Hasta que Teófila no ordene lo contrario, los perros y las perras de Cádiz seguirán haciendo popó en cualquier rinconcito de sus calles trimilenarias, abonando con sus salerosos excrementos esta tierra bendita, transitada por siglos de historia. El Ayuntamiento, que comparte asesores con Bin Laden y Ernesto Neira, apela al civismo de la plebe para evitar que, además de anforitas y cañones, los guiris se lleven a casa un recuerdo involuntario, adherido a las suelas del zapato: un souvenir 100% gaditano, ecológico y esencial que bien podría competir con gorritas y camisetas. Una vez más, el equipo de Gobierno hace gala de una irritante falta de imaginación. Si la crisis, como dijo Zapatero, es una oportunidad para reconstruir el sistema desde cimientos distintos, Cádiz debería liderar esa revolución aportando yacimientos de empleo directamente relacionados con sus carencias más urgentes. La caca de perro puede ser un motor de desarrollo básico, provechoso y cardinal. Será por cacas.

En primer lugar, habría que aprobar una nueva tasa municipal. Los dueños y dueñas de los chuchos deberán abonar una cantidad proporcional a la capacidad excretora de sus mascotas. Como bien dijo Plutarco, no caga lo mismo un caniche que un mastín. El área responsable de aplicar la Ofensiva Anti Caca será Urbanismo, dada su larguísima experiencia a la hora de tratar con promotores, intermediarios y otros animales domésticos.

En segundo lugar, se creará el Batallón Marrón, formado por esos desempleados gaditanos que no hace mucho pedían a Teo un trabajo por la cara. El Batallón Marrón contará con la más alta tecnología en materia de recogida de cacas: un cubo y una pala, pero totalmente digitalizados. De esta forma tan sencilla y simpática gozaremos de una Cádiz limpia y reduciremos la tasa de desempleo. Los chicos del Batallón Marrón sólo tendrán que acostumbrarse a gestionar, en el trabajo, grandes dosis de mierda ajena.

Vaya novedad.