LA POLE

Primer set

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C uando en marzo pasado Brawn GP hizo debutar su flamante 001 sobre el trazado de Montmeló gran parte de la crítica achacó sus impactantes registros a una 'evidente' estrategia de marketing que perseguía llamar la atención de potenciales patrocinadores hacia el bólido recién llegado. Su carrocería blanca, inmaculada, arrojaba dudas además de por sus prestaciones, cuya legalidad ponía entonces en entredicho la mayor parte del 'paddock' , por la viabilidad de una escudería carente de sponsors. Lejos estábamos de imaginar que tres meses más tarde el monoplaza de Jenson Button sería el coche a batir y el protagonista de un monólogo interminable.

Pero no ha sido Ross Brawn el primer emprendedor que ha saltado al ruedo del asfalto sin más capote que su compromiso personal. Corría el año 1975 cuando un cachorro de la aristocracia británica, Lord Alexander Hesketh, desembarcaba en la F-1 sin otro bagaje que su ácido sentido del humor y una saneada cuenta corriente. Hesketh se rodeaba de amigos para poner en marcha su equipo adaptando un viejo March comprado al sempiterno Max Mosley. El monoplaza saltaría a la pista sin otra decoración que los colores de la Union Jack y en manos de James Hunt batiría semanas más tarde a los Ferrari de Lauda y Regazzoni en una carrera memorable disputada sobre la arena del sinuoso circuito holandés de Zandvoort.

Hunt había destapado el tarro de las esencias que tiempo después le harían campeón integrado en una pandilla que había llegado al 'gran circo' para divertirse, en las antípodas de la súper profesionalizada y a menudo tediosa F-1 de hoy en día, y que lo abandonaron cuando la familia de Lord Alexander Hersketh 'sugirió' a su retoño que cambiara el muro de 'boxes' por un más honorable escaño en el Parlamento británico.

Hace unos días las huestes de Brawn mostraban su preocupación por el devenir de la escuadra una vez superado el ecuador del campeonato, por el riesgo de que sus limitaciones financieras afecten al desarrollo del monoplaza poniendo en entredicho su apabullante superioridad. Pero lejos de mostrar algún atisbo de flaqueza el BGP001 también ha conquistado el Bósforo convertido en un 'dragster', uno de esos vehículos diseñados para batir récords. Si nadie lo remedia, que no lo parece, Button va a ser el único enemigo de sí mismo, pues Rubens Barrichello vuelve al papel de 'pupas' que muy a su pesar ha desempeñado durante gran parte de su trayectoria deportiva. Y si bien es cierto que el inglés merece un baño de gloria no lo es menos que este 6-1 supone un golpe bajo para el espectáculo . No olvidemos que sin emoción la Fórmula 1 se vulgariza y languidece.