OPINIÓN

Horror e impotencia

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H abíamos llegado a pensar que la búsqueda de desaparecidos y el goteo de cadáveres había quedado atrás. Que el descenso de la llegada de pateras provocada por inhumanas políticas de control de fronteras y por acuerdos de externalización que convertían a terceros países en gendarmes de fronteras de la UE, apartaría de nuestras costas el horror de la muerte de inocentes. Tragedias en lejanas playas o en ajenos desiertos no parecen enturbiar de la misma manera nuestras adormecidas conciencias.

Pero no es así. La desesperación africana es tan profunda, la falta de futuro tan asumida, que ni siquiera la crisis y la falta de trabajo disuade o desalienta. Y esta nueva tragedia de una patera que se dirigía a las costas gaditanas nos llena otra vez de horror. Tal vez dieciocho personas, tal vez mujeres embarazadas y niños, incluso bebés han quedado para siempre en el fondo del mar.

¿Qué drama vivieron en esa frágil embarcación con cuarenta personas abarrotada? Tendremos que salir de nuevo a la calle, para sacudirnos el desaliento y la impotencia. Para solidarizarnos con las víctimas, con sus familias. Pero también para pedir responsabilidades, para exigir un cambio de rumbo en las políticas migratorias, para que no sean llevados a morir indignamente en medio de la noche, en una inestable embarcación, quienes sólo buscan dignidad y futuro.

Por eso, por solidaridad, por coherencia e indignación. El lunes a las siete y media de la tarde en la Plaza de San Juan de Dios, en Cádiz.