LA CASA PUERTA

A las duras y a las maduras

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Los modernos medios de información, comunicación, investigación y difusión instantáneos, sin tapujos ni cortapisas, se han convertido para muchos en una formidable herramienta del saber y del conocimiento. Y para otros, en una horrible pesadilla que nada ni nadie ha podido evitar. Gracias a estos avances tecnológicos, la comunidad internacional está perfectamente documentada de lo que ocurre a su alrededor. Quién iba a decirle a la verde e histórica Irlanda que uno de sus tabúes mejor guardados y silenciados iba a salir a la luz pública, formando un revuelo social sin precedentes. Un secreto que ha mantenido durante años cerrado a cal y canto, y que las nuevas tecnologías han sacado al descubierto para tener perfectamente informadas a las conciencias. Sí, exactamente eso: a las conciencias. El escándalo irlandés es a toda costa repugnante, humillante y cruel. Impropio de un país de tantas virtudes.

Desde los años 40 hasta pasados los 80, una vasta y tupida red de pederastas ha vejado, humillado y abusado física y psíquicamente a niñas y niños en escuelas públicas, orfanatos, centros para enfermos mentales y otras instituciones administradas por sacerdotes y monjas católicas. Como no sea en su país donde les duele, nadie en España ha alzado la voz en defensa de esos niños y niñas víctimas del famoso «pecado nefando»..., que no se puede decir. Hay que estar para las duras y para las maduras, como dice el dicho popular. Y sacar a la calle pancartas de protesta contra los destructores de niños y de niñas, religiosos o seglares que amparados o no, hacen a la infancia un mal irreparable. Hay que salir a la calle de manera espontánea, con la verdad en el corazón para defender estas nobles causas. Sin ninguna institución detrás que empuje para propagar sus dogmas y sus puntos de vista. ¿No alardeamos de defender los derechos del niño? ¿Sí o no?